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Goya adoptó su nombre tras iniciarse en Masonería


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Imagen de portada: La «Adoración del Nombre de Dios» o «las lolas» (1772) es una pintura al fresco de Francisco de Goya que decora el techo del coreto de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza

Francisco de Goya y Lucientes fue iniciado en los misterios de la Masonería en Sevilla y sus obras están repletas de referencias simbólicas a la sabiduría que conserva la Orden.

Su propios apellidos, por los que es mundialmente conocido, fueron adoptados tras su entrada en nuestra institución. Esa es la tesis del historiador Daniel José Carrasco de Jaime, un especialista en el pintor que acaba de publicar ‘De la luz y de las sombras G.O.Y.A.’ en la editorial Edaf.

‘El Mundo’ publicaba este fin de semana una amplia reseña del libro. “Francisco José de Goya y Lucientes nunca existió. Hubo un artista que respondía a ese nombre, sí. Pero ese pintor, conocido mundialmente por inaugurar la modernidad, no fue bautizado con esos apellidos, sino que los adoptó posteriormente. Y los eligió por un motivo muy concreto: era miembro de la masonería y las letras de Goya componían el acrónimo de Gnóstico Oriental y Arquitecto y el de Gran Oriente y Aragón, mientras que el apellido Lucientes haría referencia a Lucen Mentis”, resumía el diario.

La investigación del autor sostiene que el apellido Goya no existió jamás antes de que el pintor lo adoptara y que su partida de nacimiento, de la que solo se conserva una fotografía, es manifiestamente falsa. ¿Quién se ocultaba bajo ese nombre iniciático? El historiador sostiene que Goya era el hijo bastardo de un miembro de la casa Borbó-Lavedán, una rama extinta de los Borbones, con quien el pintor mantuvo una relación estrecha tras su encuentro en Sevilla. “Su padre era masón y fue en Sevilla, a través de círculos ilustrados andaluces, donde el pintor habría adquirido su primera formación como masón”, explicaba el autor a ‘El Mundo’.

La obra de Goya se anticipó a la sensibilidad moderna, creadora de un arte dominado por la subjetividad y la libertad creativa del artista. Sus Caprichos simbolizan la crisis del Antiguo Régimen y de un sistema de valores fundamentado en el inmovilismo de las costumbres y la tiránica opresión religiosa de las conciencias. En sus más de 400 páginas ‘De la luz y de las sombras G.O.Y.A.’ analiza el lenguaje simbólico de la obra de Goya y atribuye al pintor alrededor de 170 obras que hasta ahora pasaban por ser de autor desconocido o de otros artistas.

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Publicado por:

Diario Masónico

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