El programa educativo del masón J.G. Herder (1793)
Johann Gottfried von Herder (1744-1803) fue un filósofo, teólogo y crítico literario alemán cuyos escritos contribuyeron a la aparición del romanticismo alemán.
Como instigador del movimiento conocido como Sturm und Drang («Tormenta e impulso»), la vertiente alemana del Prerromanticismo europeo, inspiró a muchos escritores, entre ellos, y muy especialmente, al joven Johann Wolfgang von Goethe, a quien conoció en Estrasburgo en 1770 y que posteriormente se convertiría en la principal figura del clasicismo literario alemán.
Herder estudió en la Universidad de Königsberg con el filósofo alemán Immanuel Kant. Entre las primeras obras críticas de Herder se encuentran los Fragmentos acerca de la literatura alemana moderna (1766-1767), que preconizaba la emancipación de la literatura alemana de las influencias extranjeras. Los ensayos que siguieron, Sobre el estilo y el arte alemán (1773), escrito en colaboración con Goethe, eran un canto a la literatura popular, a la poesía de William Shakespeare y Homero, en donde desarrolla la idea concebida por Herder del Volksgeist (‘espíritu del pueblo’), manifestado en la lengua y la literatura de una nación. El carácter nacional de la literatura española le interesó mucho y realizó una versión del Cantar de mío Cid.J. G. Herder fue iniciado en la logia La Espada de Riga en 1766. Ese mismo año, con la ayuda de Goethe, Herder consiguió un cargo estatal en Weimar. Allí escribió su obra más importante, los cuatro volúmenes del estudio Ideas para una filosofía de la historia de la humanidad (1784-1791) en la que intenta demostrar que la naturaleza y la historia humana obedecen a las mismas leyes y que, con el tiempo, las fuerzas humanas antagónicas se reconciliarán. Aunque inacabado, este tratado encarna la mayoría de las ideas de Herder y ha quedado como su contribución más importante a la filosofía. Destaca también su Ensayo sobre el origen de la lengua (1770) escrito como respuesta a una pregunta planteada por la Academia de las Ciencias de Berlín, la cual finalmente premió.
Herder se opone a la idea ilustrada de la razón, porque el hombre es un organismo completo y no se le puede fragmentar sino que es unitario y es necesario utilizar articuladamente. Para hacer historia es necesario el eifühlung, que es sentir dentro del otro, la empatía, y dentro de ella hay dos tipos, una que es posible y otra que es imposible. Por ejemplo para entender la poesía escandinava antigua, es necesario haber cruzado el Mar del Norte y sufrir una tormenta, como él ha sufrido. Para conocer los textos de la Biblia, hay que vivir como pastores nómadas, no sirve solo la razón. Una persona no puede separarse de su contexto, por eso es predominante el lenguaje, que no nos sirve sólo para transmitir ideas, sino que es algo vivo que centra sentimientos y razón. La razón está unida al lenguaje, no se puede pensar sin lenguaje, pero para Herder no es algo artificial en el hombre, sino que es una creación espontánea y popular. El lenguaje para Herder no es solo un instrumento. Otra idea sobre esto es que no hay un solo lenguaje, sino varios como el metafórico o incluso otro anterior basado en gritos o gestos. A medida que el lenguaje se hace más reflexivo, pierde interés, y por eso Herder investiga sobre las primeras literaturas. También buscará otros lenguajes que van a ser un componente del espíritu de un pueblo. Herder fundará la Filología Eslava.
La poesía, como el arte en general, no es de un autor individual, sino que es el Espíritu del Pueblo que cargado de la sangre del pueblo explota en el Espíritu del Poeta.
Por este motivo Herder va a recopilar literaturas populares de la Edad Media, que habían pertenecido a la tradición oral. Herder las tituló como Canciones populares y póstumamente se volvieron a titular con el nombre de Las voces del Pueblo en canciones.
Sus ideas sobre la historia se centran en el libro Ideas para la Filosofía de la Historia de la Humanidad, en la que se hace un repaso a toda la historia. No es como su título indica un libro de filosofía. En este libro Herder reinterpreta la idea de progreso, y lo redefine de una forma singular. No entiende el progreso humano como algo aislado, sino que engloba a la naturaleza. Es parte del conjunto del Cosmos y de la Tierra y la historia humana se proyecta antes en una historia prehumana y después en una historia posthumana, con la idea de superhombres. Algunos ilustrados observarán que se producían excepciones a las leyes naturales, pero las entendían como aberraciones producidas por la introducción de otros factores. Herder considera que estas excepciones no son aberraciones, siéndolo el intentar poner leyes universales a la historia, pero una vez que se suprimen los hechos no parecen malos. La humanidad no tiene una forma única, sino muchas y las culturas se han producido en una época determinada y tienen una propia lógica y valor, por lo que la función del historiador es comprenderla en sus propios límites.
Herder va a dar un papel esencial a las naciones dentro de su obra, ya que cada una tiene un espíritu propio, el espíritu del pueblo (Volksgeist) y es diferente para cada nación. Herder lo define como las fuerzas creativas que habitan inconscientes en cada pueblo y se manifiestan en creaciones propias de cada pueblo, sobre todo la lengua, pero también la poesía, la historia o el derecho. Aunque la Ilustración defiende que todos los hombres son iguales, Herder matiza esta cuestión. de hecho, Herder, aunque es pastor, está en contra de la evangelización, porque es destructora de culturas, y esto es lo más sagrado que hay (toda nación tiene el centro de su felicidad dentro de sí misma).
Su concepción de la historia es optimista, a pesar del elemento nostálgico, porque cree que la humanidad se superará a sí misma. Cambia también la concepción de la naturaleza, que para los ilustrados es un instrumento, pero para Herder está en unión con la humanidad.
En una obra que publicó en 1793 titulada Briefe zur Beförderung der Humanität (Cartas para el progreso de la Humanidad), habla de la masonería como una sociedad visible-invisible adoptando el mismo estilo de diálogos que había utilizado Lessing en su Ernst und Falk. Posteriormente publicó otros diálogos masónicos en su revista Adrastea (1801-1803). Inspirándose en la masonería y siguiendo el proyecto de creación de una Escuela de las Escuelas propuesta por Comenio, Herder, propugnaba una sociedad compuesta por todos los hombres de todas las partes del mundo, en la que la poesía, la filosofía y la historia serían el triángulo de luces que irradiaría a todas las naciones, las religiones y las razas. Precisamente, la sabiduría, la fuerza y la belleza son tres principios fundamentales de la Masonería y como tales son expresamente mencionados por Mozart en La flauta mágica. Mientras Goethe los representa simbólicamente en el Märchen por el rey de oro, el rey de plata y el rey de bronce, Herder los reemplaza por el triángulo sagrado de la poesía, la filosofía y la historia: la filosofía corresponde a la sabiduría, la historia un juego de fuerzas y de contrafuerzas que corresponde al principio masónico de fuerza, y la poesía a la belleza.
Para Herder, el único estímulo de la sociedad sería el humanitarismo; «si a este concepto (humanitarismo) se le diese todo su vigor (…) y se infundiese en nuestro corazón y en el de los demás como primero e ineludible deber, se desvanecerían los prejuicios políticos, religiosos y de categoría y posición social, este último el más estúpido de todos». Este plan fomentaba la enseñanza del humanitarismo como meta del progreso del mundo.
Extractado de: Pedro Álvarez Lázaro S. J. (Universidad pontifica de Comillas), La Masonería Escuela de Formación del Ciudadano. La educación interna de los masones españoles en el último tercio de siglo XIX, Madrid, 1996, pp. 78-79, y wikipedia.
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