Reciba Diario Masónico en su e-mail

shadow

¿Hubo Cardenales católicos masones?


shadow

No solo eran modestos clérigos los que militaban en las filas de la masonería, también había cardenales y príncipes-obispos. Pese a las prohibiciones de los papas, varios miembros del alto clero militaron en las filas de la masonería. Mencionemos algunos príncipes de la Iglesia.

El primer cardenal masón del que tenemos noticia fue el florentino Rainiero Delci (1670-1761) que, en torno al año 1750, estaba afiliado a una logia de Roma. Hijo del conde Filippo Delci, marqués de Monticiano, había sido ordenado sacerdote en 1699, al año siguiente entró al servicio de la Curia Romana y desde 1711 hasta 1716 fue Inquisidor de Malta. En 1730 fue consagrado obispo de Rodi y al año siguiente fue nombrado nuncio apostólico en Francia. El 20 de diciembre de 1737 el papa Clemente XII le nombró cardenal, y en pocas semanas, también fue designado arzobispo de Ferrara, y luego obispo de Sabina en 1747. A la muerte del cardenal Pietro Luigi Carafa en diciembre de 1755, le sustituyó como decano del Sacro Colegio Cardenalicio y presidió el cónclave papal de 1758 en el que incluso llegó a recibir algunos votos.

Otro cardenal masón fue el príncipe Johann Theodor de Baviera (1703-1763), fundador de la primera logia masónica de la Lieja a mitad de siglo.

Hijo menor del Elector Maximiliano Manuel de Baviera y de Teresa Sobieska, había sido elegido obispo de Ratisbona en 1719 y obispo de Freising en 1727, aunque su consagración no pudo llevarse a cabo hasta 1730 al alcanzar la edad canónica necesaria. Tal consagración fue llevada a cabo por su hermano (y también futuro masón) Clemens August de Baviera, arzobispo y Elector de Colonia. Johann Theodor fue miembro del capítulo de la Catedral de Lieja desde 1738 y finalmente príncipe obispo de Lieja en 1744.

Un año antes había sido nombrado cardenal secretamente (in pectore) por el papa Benedicto XIV, aunque su designación fue hecha pública en 1746 una vez concluida la guerra de sucesión austriaca. Como príncipe de Lieja pretendió mantener una cierta neutralidad internacional, aunque lo cierto es que siguió de cerca los intereses de su familia, especialmente los de su hermano el emperador Carlos VII, aliado coyuntural de Francia y España frente a Austria, Gran Bretaña y las Provincias Unidas.

Masón purpurado fue Louis-René-Edouard de Rohan-Guéménée (1734-1803), príncipe de Rohan.

Con el apoyo de su tío, el cardenal Louis-Constantin de Rohan-Guéméné, tuvo una fulgurante carrera en la Iglesia de Francia. Fue comendador de diversos monasterios y abadías, obispo coadjutor de su tío (1759) y luego obispo titular (1760). Amigo de filósofos y poetas, frecuentó los salones literarios de la época y disfrutó de su papel de mecenas que le llevó a ser elegido miembro de la Academia Francesa en 1761. En 1772 tuvo la oportunidad de intervenir en los vericuetos de la política al ser nombrado embajador de Francia en la corte de Viena, provocando el enojo de la emperatriz María Teresa y de su hija María Antonieta, futura reina de Francia, por su frivolidad tan poco compatible con el estado clerical.

Las recomendaciones del destronado rey de Polonia, Estanislao Augusto Poniatowski, le ayudaron a alcanzar el capelo cardenalicio en 1778.

Al año siguiente sucedió a su tío como obispo de Estrasburgo. Su rocambolesca intervención en el conocido asunto del collar de la reina le privó de la confianza del monarca. A pesar de eso, durante la Revolución, como miembro de la Asamblea constituyente, se mantuvo siempre fiel al rey y al papa, pues se negó a jurar la constitución civil del clero y a votar a favor de la abolición de la monarquía.

Su entrada en la masonería se produjo por una puerta lateral. Concretamente, fue iniciado en 1781, junto a su secretario personal, el botánico y geólogo barón Ramond de Carbonnières, en la logia del rito egipcio que acababa de fundar en Estrasburgo José Balsamo, fingido conde Alessandro de Cagliostro, aprovechando su inmerecida fama como alquimista e invocador de espíritus y la protección de alguna dignidad de la Iglesia cual era la del conde Pietro Vigilio Thun (1724-1800), obispo de Trento y masón .

El cardenal de Rohan, confiando en sus promesas, le cedió un laboratorio para que transmutara el plomo en oro aunque, como era de esperar, los experimentos de Cagliostro no culminaron satisfactoriamente y fue expulsado de la Diócesis. No fue el único embaucado, pues recordemos que el arzobispo de Brujas, monseñor Philipeaux d’Herbault, que también había sido iniciado por el propio Cagliostro, quedó tan convencido de sus supuestos poderes mágicos y de los beneficios del nuevo rito egipcio, que llegó a recomendar al papa Pío VI que reconociera oficialmente tal rito con el argumento de que era compatible con el dogma católico.

También hemos de mencionar al conde Tadeo Trauttmansdorf-Wiensberg (1761-1819), que en 1785 consta como miembro  de la logia “Los Corazones Unidos” (Zu den Vereinigten Herzen) al Oriente de Graf (Austria).

Su padre, el conde Trautmannsdorff, le envió al Colegio Alemán de Roma en donde obtuvo el doctorado en teología en 1782. Ordenado sacerdote en Graz el 20 de diciembre 1783, en 1794 fue consagrado príncipe-obispo de Königgrätz y en noviembre de 1811 el cabildo catedralicio lo eligió arzobispo de Olmütz. Por su eficaz dedicación a las tareas pastorales y su empeño en la creación de escuelas y hospicios, en 1816 el papa Pío VII lo nombró cardenal.

Entre los portugueses, encontramos a dos cardenales masones. Patricio da Silva (1756-1840), doctor en Teología por la Universidad de Coímbra (1785), obispo de Castelo Branco (1819), arzobispo de Évora (1819-1825), patriarca de Lisboa (1826-1840) que obtuvo el capelo cardenalicio en 1824 y que también desempeñó varios cargos políticos; secretario de Estado de Justicia (1824-1825), vicepresidente de la cámara de los Pares (1826-1828). Su filiación masónica es anterior a 1792 y fue denunciado por masón en 1832 . Tras el segundo intento del infante Miguel de deponer a su padre, el rey Juan VI, y restablecer el absolutismo (la abrilada de 1824), da Silva formó parte del gobierno liberal. Sin embargo, luego apoyó las pretensiones de Miguel, proclamado monarca en 1828. Finalmente, derrotado el miguelismo, el cardenal secundó la vuelta al trono de la reina María II.

También fue masón su sucesor en la archidiócesis de Lisboa; el cardenal y obispo-conde Francisco de São Luís Saraiva  (1766-1845).

Fue uno de los prelados más importantes del país; doctor en Teología por la Universidad de Coímbra y profesor de su Universidad, abad del Colegio de San Bento de Coímbra, miembro de la Junta Provisional del Gobierno Supremo del Reino (1820-1821) y de la Regencia (1821), rector de la Universidad de Coimbra (1821-1823), obispo de Coimbra (1822-23), varias veces diputado (1822-1823; 1826-1828; 1834), presidente de la cámara de los diputados (1826-1828; 1834), Par del Reino (1835-1845), vicepresidente de la cámara de los Pares (1842-1845), ministro (1834-1835) y cardenal patriarca de Lisboa (1840-1845).

En 1803 consta como miembro de la logia “La Razón” de Lisboa, con el nombre simbólico Condorcet, y ese año fue uno de los denunciados por pertenecer a la masonería . Su ideario liberal partidario de un régimen constitucional, le llevó a combatir tanto a los franceses durante las guerras napoleónicas, como a formar parte de la sociedad secreta “El Sanedrín”, fundada en Oporto en 1818 para acabar con el intervencionismo británico y establecer un sistema constitucional.

Finalmente, en enero de 1820 el pronunciamiento del general Riego en España inspiró en Portugal la revolución liberal en agosto de ese año que propició la formación de una Junta Provisional del Gobierno Supremo del Reino y luego un Consejo de Regencia

. Saraiva formó parte de ambos organismos. En abril de 1822, fue nombrado obispo de Coimbra y, como tal, recibió en título de conde de Arganil en virtud del privilegio concedido en el siglo XV por el rey Alfonso V de Portugal a los obispos de dicha ciudad. Participó en la elaboración de la Constitución de 1826, fue presidente de la cámara de diputados, y desempeñó diversos cargos políticos dentro de los grupos y corrientes liberales. Con el apoyo de la reina María II, en 1840 fue nombrado Patriarca de Lisboa, archidiócesis que comprendía numerosas e importantes diócesis. Y en junio de 1843, el papa Gregorio XVI lo nombró cardenal.

Extractado de: Javier Alvarado Planas, «Príncipes de la Iglesia masones», capítulo de la obra; Monarcas masones y otros príncipes de la Acacia, editorial Dykinson, Madrid, 2017, volumen II.

Publicado por:

Garibaldi

Contenido Relacionado

shadow

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.