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Abolición de la esclavitud en Puerto Rico


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Abolición de la esclavitud en Puerto Rico

 

 

Las Cortes españolas de la Primera República aprueban la ley que abole la esclavitud en Puerto Rico. El decreto deja en libertad a 29.000 esclavos de ambos sexos, lo que representa el cinco por ciento de la población de Puerto Rico. (Hace 144 años)

Imagen: Esclavos libertos puertorriqueños a principios del siglo XX: familia de esclavos libertos. (Biblioteca del Congreso de Estados Unidos)

El 22 de marzo de 1873 se aprobó en las Cortes de España la ley que abolía la esclavitud en Puerto Rico. El decreto dejó en libertad a un total de 29 mil esclavos de ambos sexos, lo cual representaba un cinco por ciento de la población general en Puerto Rico. Los hacendados esclavistas habrían de ser indemnizados por la pérdida de su “propiedad”. Si embargo, la libertad de los negros esclavos fue condicionada, puesto que se obligó a los libertos a hacer contratos durante tres años luego de abolida la esclavitud. El mismo decreto establecía, además, que no habrían de tener derechos políticos hasta cinco años después. No obstante, la noticia fue celebrada por la mayoría de la población y la expectativa de que los negros atacarían a los blancos (como había ocurrido en otras partes del Caribe) no se dio.

En la historiografía puertorriqueña existen dos teorías sobre las causas de la abolición de la esclavitud.

La primera la atribuye al trabajo de sectores liberales, dentro de la propia clase hacendada puertorriqueña, junto a antiesclavistas en la propia España. En ésta se inscriben los historiadores Arturo Morales Carrión y Luis M. Díaz Soler y es la que más adeptos ha tenido. La segunda, planteada por el historiador Benjamín Nistal-Moret (Esclavos prófugos y cimarrones Puerto Rico, 1770-1870), propone que fueron los propios esclavos quienes trabajaron su libertad erosionando “el sistema desde adentro” mediante querellas y demandas, fugas o el “cimarronaje limitado” (una fuga individual de corta duración, al cabo de la cual el esclavo volvía a la hacienda). Explica el historiador que fueron medidas de resistencia que desgastaron paulatinamente el sistema esclavista. Ambas teorías son correctas porque los esfuerzos de esclavos y de antiesclavistas funcionaron paralelamente y no hubieran triunfado el uno sin el otro.

La emancipación de los esclavos se constituyó en el primer objetivo de una generación de liberales criollos desde la mitad del siglo XIX.

Antes de que la Guerra Civil en Estados Unidos pusiera fin a la esclavitud en forma cruenta , Ramón Emeterio Betances –quien había regresado de París graduado de medicina- fundó en Mayagüez una sociedad abolicionista en 1858. Junto a Segundo Ruiz Belvis, José Francisco Basora y José Remigio Paradís aprovecharon un bando del gobernador Pezuela para liberar esclavos, mediante su compra en la pila bautismal. Esta actividad abolicionista le costó a Betances su primer destierro de la Isla.

En 1865, el puertorriqueño Julio Vizcarrondo formó la Sociedad Abolicionista Española en Madrid para abogar por la liberación de los esclavos antillanos e inició una campaña para convencer la opinión pública, a través de un periódico fundado para esos propósitos. Al año siguiente se convocó la Junta de Información y se escogieron tres reformistas puertorriqueños como comisionados: Segundo Ruiz Belvis, José Julián Acosta y Francisco Mariano Quiñones.

Aunque se suponía que meramente recomendaran medios para mejorar la vida del esclavo y la forma de instrumentar la coartación de los mayores de sesenta años, los tres comisionados se atrevieron a exigir “la abolición en su provincia de la funesta institución de la Esclavitud, la abolición con indemnización o sin ella…”

Presentaron el argumento de que el trabajo del hombre libre resultaba más ventajoso que el del esclavo.

Las fuerzas esclavistas se movilizaron y en 1867 el gobernador Marchesi desterró a España a todos los reformistas que había en Puerto Rico, entre ellos Ramón Emeterio Betances y Ruiz Belvis; éstos pudieron escapar y desde Saint Thomas Betances envió una proclama clandestina que serviría de consigna para la revolución que se organizaba. En la proclama abolir la esclavitud encabezaba la lista de los Diez Mandamientos de los Hombres Libres.

Publicado por:

Garibaldi

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