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Efemérides: Cayetano Ripoll, el último asesinado por la Santa Inquisición


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Efemérides: Cayetano Ripoll, el último asesinado por la Santa Inquisición

 

 

 

 

Cayetano Ripoll era maestro de escuela. Nació en Solsona (Lleida), vivió en Francia y, a su vuelta, se instaló en el pueblo valenciano de Russafa donde comenzó a dar clase. Cayetano guardaba un secreto: era deísta. Creía que Dios estaba en todas partes y eso para la Iglesia española del siglo XIX era motivo de herejía… y de muerte.

Un documental recupera ahora la vida de Cayetano Ripoll. Creado por la Asociación Valenciana de Ateos y Librepensadores (AVALL), hace un repaso de media hora por la vida y los sucesos que envolvieron la muerte del que fue el último ajusticiado de la Santa Inquisición.

Era el año 1824. Una denuncia anónima llevó a la Junta de Fe de Valencia hasta la puerta de la choza donde Cayetano ejercía como maestro y fue apresado. A continuación, lo llevaron a la cárcel y allí permaneció dos años antes de escuchar su sentencia: condena a muerte por herejía. Durante ese tiempo, la Iglesia envió a un teólogo para hacerle recapacitar, pero él no dio su brazo a torcer.

Los delitos por los que se le acusó fueron cuatro: sustituir en las oraciones de clase la expresión “Ave María” por “alabado sea Dios”, no acudir a misa ni llevar a sus alumnos, no salir a la puerta para saludar el paso de la procesión y comer carne el viernes santo.

Miguel, responsable del documental Cayetano Ripoll y la Iglesia valenciana explica que lo que le llevó a interesarse por su historia fue que es “escandaloso que en el año 1826 se matase a alguien por sus creencias religiosas”. De hecho, Cayetano Ripoll fue el último asesinado por la Inquisición en todo el mundo.

Aunque quien realmente le condenó fueron las Juntas de Fe, “los herederos de la Inquisición”, como explica el ensayista y político Alfred Bosch, fueron “las mismas personas y con los mismos medios”, apunta.

Asesinato grotesco

Gracias al documental, sabemos que la muerte de Cayetano se produjo un lunes 31 de julio. Según una crónica de la época, firmada por Miguel Mendoza, el reo tuvo que recorrer el centro de la ciudad, donde fue increpado por los vecinos a su paso.

Su muerte se produjo de un modo grotesco. Fue ahorcado, aunque el castigo previsto por la Iglesia para casos como el suyo era el de morir en la hoguera. Por este motivo, sus verdugos pintaron unas llamas en el tonel donde cayó su cuerpo tras morir asfixiado.

Grotesco también fue el hecho de que, meses antes de su asesinato, Cayetano estuvo a punto de salvarse porque no encontraban su partida de bautismo. Si no era cristiano, no podía ser hereje. Finalmente, apareció en Solsona. Esa partida de bautismo pasó a ser su partida de defunción.

Las últimas palabras que pronunció el “hereje contumaz”, como se le nombró en la sentencia, fueron: “Muere un reconciliado con Dios y con los hombres”. Después, fue enterrado en la parte del exterior del cementerio.

Su muerte sorprendió a una Europa que despertaba a la Revolución Industrial. Mientras el viejo continente hacía suyos los postulados de la Revolución Francesa, en España se asesinaba a alguien por razones de índole religiosa. No obstante, el de Ripoll fue un caso excepcional, ya que en España hacía más de medio siglo que no actuaba la Inquisición. Fue escandaloso incluso para el rey Fernando VII, que llegó a censurar a la audiencia de Valencia por hacer caso a los mandatos de la Iglesia en este caso.

La larga sombra de Simón López

El responsable de la muerte de Cayetano fue Simón López, entonces arzobispo de la ciudad. Los autores del documental defienden que no es casual que el último asesinato de la Inquisición ocurriese en Valencia. “Aquí la Iglesia ha sido excesivamente violenta y ha tenido (y tiene) mucho poder”, aseguran.

Simón López fue diputado en las Cortes de Cádiz y dejó su escaño para no tener que jurar la Constitución.  En 1826, presidió la Junta de Fe de Valencia, una institución creada para “vigilar la doctrina”. El arzobispo justificó la ejecución de Cayetano con una frase: “Dios quiera que sirva de escarmiento para unos y de lección para otros”.

El responsable de la sentencia a muerte está enterrado en la catedral de Valencia, en la capilla de San José. Curiosamente, el último arzobispo de la ciudad, Agustín García Gasco, pidió descansar a su lado. Cuando falleció, hace dos años lo enterraron allí. Los miembros de la AVALL no creen que esta decisión fuese casual.

Desde la asociación se pide al Ayuntamiento un reconocimiento para Cayetano, quizás una placa en su recuerdo en la Plaza del Mercado, donde fue ahorcado.

Publicado por:

Garibaldi

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