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La masoneria País Vasco: Francia, la cuna de la masonería vasca


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La masoneria País Vasco: Francia, la cuna de la masonería vasca

 

 

Esta logia que hoy nos acoge como anfitriona, miembro número 1.295 de la Gran Logia de Francia levantó columnas el 3 de marzo de 2001.

Fundada gracias al feliz empecinamiento de un reducido grupo de masones residentes en ambos lados de la frontera que, consecuentes con el principio masónico de la fraternidad, abandonaron las logias de sus respectivos países y unieron sus esfuerzos para gestar una nueva en la que sus miembros en total igualdad pudieran formar una nueva de marcado carácter internacional.

Unos años antes, otros hermanos franceses se arriesgaron a cruzar la frontera y apoyar la restauración de la francmasonería en el País Vasco español, no sin antes superar serios recelos que mantenían, por aquel entonces, muchos hermanos de ambos países. En aquella primera logia auspiciada por la Gran Logia de España y la Gran Logia Nacional Francesa, se iniciaron todos los españoles que han fundado esta en la que ahora nos encontramos.

Este dato que podría parecer puramente anecdótico, es más trascendente de lo que a simple vista parece, es la culminación de una tradición que a intervalos sucesivos, siempre ha estado presente en la historia de la masonería de ambos lados de la frontera. La masonería vasca históricamente y debido fundamentalmente a la endémica intolerancia que ha presidido nuestro país, ha estado ligada a la vecina masonería francesa de un modo muy estrecho y especial. Dos hechos históricos han propiciado esta obstinada realidad; Francia ha sido históricamente la patria de la libertad, tierra de acogida de exiliados y contrariamente España en general y el País Vasco en particular ha sido durante estos últimos siglos un campo de batalla fratricida entre fundamentalistas intolerantes y librepensadores democráticos.

Los masones de Bayona desde hace casi tres siglos han acogido entre sus columnas a muchos masones españoles que huyendo de las distintas persecuciones desatadas a este lado de la frontera por los diferentes integrismos políticos o religiosos que nos han gobernado, se refugiaban bajo el manto de asilo político e ideológico que irradia de los principios masónicos de libertad, igualdad y fraternidad, que son parte de la identidad cultural y social de nuestro vecino país.

Hay constancias escritas, de que las logias L’Amitié, La Zélée, y tantas y tantas otras, acogieron en su seno a innumerables francmasones españoles, sirva como ejemplo el del sacerdote español José de Marchena, nacido en Utrera (Sevilla) en 1768, iniciado en nuestra Orden en Cádiz en 1789 y heraldo en España de la «sublime» -como a él le gustaba adjetivar- revolución francesa y que tres años después de su iniciación, llamaba a las puertas de la sociedad masónica Les Amis de la Constitución de Bayona donde era fraternalmente acogido. Nuestro hermano en su huida hacia el exilio, recalaba en Bayona como en el paraíso de libertad con el que había soñado en innumerables ocasiones. Tiempo después, desde esta ciudad francesa Marchena emitió un llamamiento público «A la nación española» invitándola a reconquistar sus libertades en contra de la Inquisición. Con el paso de los años el ya «girondino» Marchena llegó a ser el intérprete personal de José Bonaparte, cuando éste fue Rey de España.

Las actividades fraternales de los masones bayoneses no se agotaron en respaldar a Marchena, sino que también mantuvieron relaciones con Aranda, Jovellanos, Campomanes… a través de Francisco Carrabús. Así mismo, Les Amis de la Constitución crearán tras la segunda detención por la inquisición de Francisco Carrabús, una comisión de propaganda hacia España, presidida por Juan Pedro Basterreche y en la que participaba el mismo Marchena.

Tristemente, las más antiguas referencias a la masonería en el País Vasco, lo mismo que la del sacerdote Marchena, son de carácter dramático, así la primera noticia sobre masonería especulativa en Gipuzkoa data de 1741, cuando la Gran Logia de Inglaterra vota una ayuda de 10 libras para socorrer al hermano francmasón Nataniel Warner apresado por los agentes de la Inquisición en San Sebastián.

En 1765 en un auto de fe celebrado en México contra trece reos acusados de pertenecer a lo que la inquisición denominaba «secta masónica», encontramos a Juan Pablo Echegoyen, piloto y capitán de navío natural de San Sebastián.

De aquellas lejanas fechas del siglo XVIII tenemos noticias de egregios masones vascos vinculados a logias francesas, así entre 1777 y 1779 conocemos el caso de José de Eguía último hijo del Marqués de Narros y Antonio Munibe e Idiaquez segundo hijo del Conde de Peñaflorida, miembros ilustres de la Sociedad Bascongada de Amigos del País. Años más tarde Ignacio Azedo natural de Tolosa, teniente de fragata y miembro de la logia «Les Elus de Sully» de Brest, funda en esa ciudad francesa en 1801 la logia «La Reunión Española» a la que también perteneció el también teniente de fragata vasco Isidro de Gortazar, natural de Oñate.

 

Publicado por:

Diario Masónico

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