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La Masonería del DERECHO HUMANO y la revitalización del espacio social Latino Americano


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La  Masonería del DERECHO HUMANO y la revitalización del espacio social Latino Americano

 

 

 

 

 

Reflexiones en torno al VII Coloquio Latino Americano del Derecho Humano, celebrado en 2013 por la Jurisdicción Argentina.

«Que en pleno siglo XX, cuando tanto se habla y alardea de libertad y democracia, existan todavía Imperios Coloniales que explotan inmisericordemente a una gran parte del mundo, violando así los más elementales principios de la dignidad humana, no puede tener justificación alguna entre los pueblos civilizados de la tierra, mucho menos para la Francmasonería, que siempre se distinguió en el pasado, por su lucha tenaz y persistente, para hacer carne de realidad los más altos postulados de la Orden, de Libertad, Igualdad y Fraternidad.

Los Imperios Coloniales no desaparecieron con la terminación del siglo XIX, tampoco las Colonias. La lucha contra el coloniaje se ha acentuado en la era presente, no así el esfuerzo de la Francmasonería en ese sentido. Tal parece que su lucha por la libertad de los pueblos, que tanta gloria y prestigio le diera en el pasado, ha quedado anulada dentro de la ortodoxia de los conformistas del presente.

La Masonería de los Imperios Coloniales del presente, como en el pasado, considera como irregularidad todo intento de la Orden, para luchar por la liberación de los pueblos sojuzgados. El que esa Masonería así actúe, debe considerarse como una acción completamente antimasónica (…)».

Suelo avanzar sobre los aspectos históricos de la Masonería. Siendo esta solo una de las numerosas perspectivas de acercamiento a la institución, y que la revela en su faceta de plena inserción social. Con sus vicisitudes a cuestas.

Aparte de la utilización del lenguaje simbólico que suele caracterizarla como entidad, la Orden ha sido una moldeadora del entorno colectivo y humano en cada época en la que le ha tocado actuar.

En mi opinión, esta vocación y despliegue de actividad se ajusta a lo que ya decía el sociólogo estadounidense Richard Sennett en una entrevista: «-Qué significa comunidad para Usted? -Lo que no significa para mí es un lugar para dormir».

Despojada de este afán de compromiso, la Masonería deja de ser tal.

Este es el espíritu de progresismo que ha enarbolado la Orden desde sus inicios modernos o especulativos. Fiel a esos imperativos de evolución, actualmente no es posible, ni tampoco justo, hablar de una sola Masonería, sino de varias Masonerías.

En este contexto encaja y se diferencia el Derecho Humano de otras Masonerías. Nació distinta, mixta, con varones y mujeres en pie de igualdad dentro de sus Talleres.

Desde aquel momento caducó el cuestionamiento del rol masónico de la mujer en las Logias, del mismo modo que caducó, desde hace tiempo ya, la idea de una pretendida regularidad atada a los parámetros impuestos por la Gran Logia Unida de Inglaterra, a través de supuestos Linderos o reglas no escritas.

Así, la Orden del Derecho Humano es más internacionalista e integradora que otras, despojada del lastre de ciertos prejuicios, vistos estos como el impedimento moral que evita todo crecimiento. El Derecho Humano evita este falaz encasillamiento, y rechaza de plano el deísmo y la confesionalidad entre sus filas. Propicia la libertad absoluta de conciencia, y de cara a la sociedad se descubre humanista, racionalista y laica.

Con estos postulados se expandió rápidamente por el mundo. Aún subsiste su eficaz sistema de crecimiento por etapas, que involucra el paulatino establecimiento de Logias Pioneras, Jurisdicciones y Federaciones, y desde el comienzo, la Orden superó los inconvenientes de gobernar sobre los grados simbólicos y filosóficos sin conflictos. Su persistente estructuración así lo demuestra.

La Orden reivindica actualmente su espíritu crítico, y en ello radica otra de las claves de su vigencia doctrinaria. Así lo testimonia su historia y la de sus fundadores: George Martin y Maria Deraismes.

A principios del siglo XX ya destacaba en Sudamérica, y especialmente en los países del Río de la Plata y Chile, la española Belén de Sárraga. Se había establecido en Montevideo y desde allí apoyó las políticas laicas impulsadas por el gobierno uruguayo, continuando de esta manera la labor iniciada en su patria.

Participó en los congresos de la mujer y el librepensamiento de aquella época y trabajó por la emancipación de la mujer en cuestiones de sufragio y divorcio, los derechos individuales del conjunto social y, sobre todo, de la infancia, la protección de la clase obrera y el impulso de la educación.

Fue una notable conferenciante y periodista. Viajó por todo el continente Latino Americano, siendo muy atacada por el clero, y dejó un testimonio insoslayable de sus experiencias en el libro: «El clericalismo en América. A través de un continente».

En 1916, al quedar constituida la Federación Argentina de El Derecho Humano, Belén de Sárraga ocupó la vicepresidencia de dicho cuerpo ostentando el grado 33º y llegó a presidirlo por un breve período. Se convertirá entonces en la mujer masón o masona más importante de la región, no solo de los siglos precedentes, sino hasta bien entrado el siglo XX.

Enseguida la Orden se extiende a Chile, Brasil y México, y todavía se conserva un ejemplar de la primera edición de 1917 de los Reglamentos de la Federación Argentina.

Leer la propuesta de esta Masonería Mixta de principios del siglo XX volcada en el folleto, la coloca en el lugar que le corresponde por su trayectoria, coherente y, ya lo dije, todavía con plena vigencia aún después de pasados cien años de aquellos eventos.

Dice el prólogo con respecto a las doctrinas sustentadas por El Derecho Humano:

«(…) La Masonería no se reclama de ningún origen divino revelado; muy al contrario afirma altamente que no procede sino de la razón humana. No es dogmática, pero sí racionalistaDando fe únicamente a las verdades científicamente comprobadas, espera solo de la ciencia la explicación de todo lo que queda aún inexplicado en el estado actual de los conocimientos humanos. Mientras las religiones se ocupan de las relaciones que los humanos deben mantener con Dios para conseguir la felicidad eterna después de la muerte, la Masonería investiga los medios que pueden permitir a cada ser humano (…) conseguir la mayor suma de bienestar material y de felicidad moral durante la vida terrestre.

(…) Busca los medios susceptibles de unir a todos los humanos para solidarizarse en vista del bienestar general. (…).

La Franc-Masonería Escocesa Mixta es internacional; proclama la igualdad de derechos de ambos sexos, la autonomía de la Logia mixta, la libertad de conciencia absoluta y el derecho a la vida del ser humano por el trabajo (…) trabajar sin descanso en pro del bienestar de la Humanidad, buscar la emancipación progresiva y pacífica, material y moral, de los humanos esparcidos sobre toda la Tierra (…)».

Continúa el texto, del cual solo selecciono unos breves párrafos sobre los cuales me explayaré luego:

«La sociedad debe cuidar del nacimiento del niño, constatarlo y asegurarse por un control continuo que no está amenazado y que sus derechos están respetados (…).

El niño nace libre.

Es a la sociedad que incumbe el deber de proveer a la instrucción del niño. Es ella que debe asegurar su subsistencia si por una razón cualquiera los padres se encuentran imposibilitados para hacerlo, si han muerto o si los han abandonado.

Todos los niños tienen derecho a recibir una instrucción (…).

Nacidos libres, tienen el derecho de vivir libres, es decir, de desarrollar en todo sentido su personalidad sin que ninguna ley pueda coartar esa libertad, aún parcialmente, ni dejarles la posibilidad de coartar la libertad de los demás.

La vida humana es inviolable (…).

El ser humano, llegado a la edad viril, tiene derecho de conseguir en cambio de su trabajo el salario suficiente para el sustento de su familia, de sus hijos y de sus padres ancianos. En la lucha que sostiene por la vida tiene derecho al concurso de aquellos de sus hijos susceptibles de ayudarle y también al de la sociedad en caso de incapacidad o cuando sus cargas de familia excedan el límite de las fuerzas de su potencia productiva.

Tiene derecho a la libertad de su trabajo, del que mejor convenga a sus capacidades o a su gusto (…).

La duración del trabajo diario debe ser limitada por la ley tanto para el hombre como para la mujer o el joven. Cuando el individuo no consigue trabajo, la colectividad debe procurarle como medio de asistencia.

El ser humano, mientras pueda hacerlo, tiene el derecho incontestable de ahorrar una parte del salario representando el producto de su trabajo para hacer de ella el uso que más le convenga».

Luego, y para finalizar:

«Los seres humanos nacen y permanecen libres e iguales en derechos; las distinciones sociales no pueden tener otra base que la utilidad común. El fin de toda organización política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles de los seres humanos. Estos derechos son: el derecho de vivir de su trabajo, la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión.

La Ley es la expresión de la voluntad general. Todos los miembros de la sociedad a su mayor edad, tienen derecho de concurrir, personalmente o por sus representantes, a su formación. Debe ser igual para todos. Todos los connacionales siendo iguales según la Ley, deben ser igualmente admisibles a todas las dignidades, empleos, etc., según su capacidad y sin otra distinción que la de sus virtudes y de sus talentos.

Nadie puede ser molestado a consecuencia de sus opiniones políticas, filosóficas o religiosas con tal que al manifestarlas no perturbe el orden público.

La libre comunicación del pensamiento y de las opiniones es uno de los derechos más preciosos del ser humano que puede expresarse, escribir libremente, salvo su responsabilidad por el abuso de esta facultad en los casos determinados por la Ley.

Toda sociedad en la que la garantía de los derechos no está asegurada ni la separación de poderes determinada, no tiene constitución.

La propiedad individual es un derecho sagrado e inviolable; nadie puede ser despojado de ella sino en caso de necesidad pública, legalmente determinada y bajo indemnización justa y previa».

Los temas abordados, que apenas bosquejé con pocos ejemplos, no solo se adelantaban a su tiempo en algunos casos, sino que brindan una visión casi profética de lo que sucede actualmente, dentro de un tejido social significativamente fragmentado, con una niñez todavía desamparada y utilizada para trabajo esclavo; pedofilia; trata de personas; ancianidad descartada; precariedad laboral; imposibilidad de cualquier tipo de ahorro y las carencias padecidas, en un alto porcentaje, para cubrir las necesidades básicas de vida: una vivienda, vestido, comida, agua, medicamentos; el uso y abuso de las drogas, un flagelo que se ha acentuado en las últimas décadas, al igual que la problemática medioambiental; familias desmembradas por diversas circunstancias; deserción escolar; imposibilidad de acceder a los bienes culturales y a la actual tecnología de los medios de comunicación, con la consecuencia de un nuevo tipo de analfabetismo que desconecta al individuo de su entorno y de la opción de actuar para modificar su realidad; abuso del poder político y de otros grupos de presión, como los conglomerados comunicacionales o la Iglesia con su siempre renovado avance para obtener privilegios dentro de las estructuras del Estado, ya sea en el ámbito educativo o en el que atañe al sostenimiento del culto, e influir en la legislación, derivando esta injerencia de lo espiritual en la exclusión social de la diversidad, y de un gran segmento de la población que deja de lado el credo en pos del bien común.

El listado no cesa, y abarca desde el colonialismo económico, cultural e ideológicoejercido por otras naciones y los ya mencionados grupos de presión, hasta la violencia y sobrepoblación urbana o el narcotráfico y el acceso indiscriminado a las armas. Etcétera.

Son las problemáticas de siempre, y otras adicionales, que vuelven y asedian desde un nuevo contexto. ¿Qué puede aportar la Masonería del Derecho Humano en la actual realidad Latino Americana? Lo ya conseguido en decenas de años de luchas sociales por la libertad y progreso de los individuos y los pueblos debe sostenerse en el tiempo.

La clave del asunto a resolver reside en dos conceptos diferenciados pero sutilmente ligados entre sí: construcción y/o revitalización. Esta última acepción asumida como la idea de renovar y ensanchar las posibilidades de lo ya existente. Me inclino por esta alternativa.

Me explico. Conservo un volumen editado por una Obediencia masculina hace veinte años, en ocasión de celebrarse su Congreso Nacional. Contiene las actas, ponencias y conclusiones del evento. Su relectura solo produce desazón. Nada de lo proyectado y estipulado llegó a cumplirse, a excepción de un mediocre uso de los medios de comunicación.

Este punto es vital, porque la apropiada utilización de estos contribuye al conocimiento, acercamiento y hasta la aprobación de los postulados masónicos por parte de la opinión pública. Pero la torpeza solo conlleva a una vulgarización de la institución y al descrédito.

Una cuestión a tener en cuenta, entonces, es el uso adecuado de la expresión oral y escrita como una herramienta de acción: desacralizar pero sin perder la esencia de lo que la Orden es: sus principios, sus valores y su práctica en Logia. Su propia historia la vuelve más humana y la impulsa a mejorar. La Masonería no puede estar inserta en lo social si insiste en mostrarse esquiva y elitista. El conjunto social constituye una extensión donde volcar su obra y no un campo de juego del que hay que tomar posesión.

La propuesta de infiltrar entidades y estructuras, como se desprende de la lectura de aquel documento, o construir otras nuevas, simplemente por cuestiones acomodaticias y con la intención de dirigir las ideas, resulta inexcusable. Sobre todo cuando esa construcción de espacios resulta fallida desde el inicio, siendo excluida la mujer, por la razón que sea o la ideología con la cual intente justificarse.

Organizaciones de este tipo, ya anquilosadas, pagan con creces, al igual que la Iglesia, su exclusivismo retrógrado: anudadas al prejuicio y la discriminación, o a serias e insalvables contradicciones. Su deísmo y confesionalidad misógina, entre otras problemáticas que las aquejan, o no, según la conveniencia de su punto de vista, las alejan de un gran porcentaje de la sociedad actual, y olvidan la incidencia que la institución, en sus diversas manifestaciones a través de la historia, ha tenido en la gestación e impulso de los derechos humanos.

La Orden del Derecho Humano, en el extremo opuesto, está en una posición privilegiada porque es inclusiva con respecto al género, a la diversidad y a las creencias. Ostenta esa condición de privilegio por todo lo ya mencionado con respecto a sus características. Y porque dentro de la riquísima diversidad cultural que abarca en este continente y en el mundo, a su vez puede dar cuenta de la unicidad estructural sobre la que está asentada, un bloque de Logias, Jurisdicciones y Federaciones, trabajado durante poco más de ciento veinte años. Un bloque, en este caso Latino Americano, renaciendo con voz propia.

Fuente: Blog de Mauricio Campos

Publicado por:

Diario Masónico

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Comments

  1. Victor Manuel Perez Herrera    

    Eccelente articulo de la Masoneria, ojal pudiera llegar a muchas personas eso generaria el inicio de un cambio en la actitud de cada ser humano

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