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Carta respuesta a Salvador Allende


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Carta respuesta a Salvador Allende

 

 

 

Oriente de Santiago, 5 de agosto de 1965

Querido Hermano,
Salvador Allende.
Presente

La Cámara del Medio de la respetable Logia «Hiram»N.-65 ha conocido y comentado latamente la comunicación que habéis enviado, solicitando vuestra Carta del Retiro de las Columnas del taller, por las razones que exponéis con tanto detalle y claridad.

No podemos dejar de expresaros que, a parte del natural sentimiento de los primeros instantes hemos experimentado una legitima complacencia al advertir en vuestra pieza una identificación tan precisa y concordante con nuestras propias convicciones, además de su hondo contenido doctrinario, de su fraternal y sugerente redacción y de constituir una verdadera invitación a un trabajo de reflexión seria y ponderada.

Es tanto más valioso vuestro planteamiento cuanto que, no solo los hermanos de la Logia «Hiram» son los que comparten estas inquietudes, sino que varias Logias de éste y otros Valles están precisamente examinando en detalle las características herméticas de nuestras disciplinas actuales y la escasa resonancia y penetración que la Orden tiene en el mundo exterior.

La Gran Logia de Chile, por otra parte, oficialmente ha iniciado un proceso de revisión de los objetivos y fines de la Doctrina y de la Constitución Masónica, y está estimulando en todos nuestros ambientes, la sistematización responsable de las nuevas aspiraciones de los Hermanos que, como nosotros, nos sentimos un poco defraudados ante la inoperancia o esterilidad relativa de nuestra actividad institucional.

Particularmente en la Logia «Hiram» estimamos que nuestro sistema doctrinario, nuestra integración en la filosofía iniciática y el ejercicio constante de la investigación y búsqueda de la verdad, han sido los pilares fundamentales de la FrancMasonería en los tres siglos de su historia moderna.

Aun más, la severidad de nuestros ritos y nuestra liturgia, siguen manteniendo vigencia en toda su dimensión.

Pero si bien es cierto que tales bases fundamentales se establecieron y formularon trascendentemente en una etapa histórica determinada, y que pudieron imponerse en el transcurso del desarrollo de este ciclo, ahora no satisfacen suficientemente la realidad actual, cuya urgencia imperativa obliga a nuevas actitudes realistas y objetivas, frente a la concepción del mundo y al carácter que conceden las generaciones jóvenes a nuestro sentido de la vida.

La Orden, pues, no puede constreñir su existencia a formas exclusivamente tradicionales (por más que estas continúen siendo valederas), sino que, sobre ellas, debe proyectar genuina contemporaneidad y consistencia.

Podréis advertir, en consecuencia, que vuestras preocupaciones son compartidas y coincidentes con las de todos los miembros de estas Columnas y que, con las diferencias pertinentes que puede otorgar un estudio más extenso de los problemas que plantea el verdadero SER de la Orden, estamos también comprometidos a impulsar esta segunda era, para que refleje las verdaderas y autenticas necesidades y aspiraciones de nuestro medio social y cultural, que los Masones llamamos: mundo profano.

No es nuestro propósito referirnos en detalle a los conceptos de vuestra extensa «plancha», ni rebatir algunas observaciones formales que vos habéis formulado en ella, sino que deseamos expresaros, enfáticamente, que reafirmamos nuestra convicción de que la Francmasonería es una institución perfecta en su sentido ontológico y que adherimos a su filosofía racionalista y positiva, alerta a la lucha contra el dogma y el error; que reconocemos su posición evolucionista por excelencia y por definición, y que afirmamos que ella puede constituirse en un arbitro idóneo en el devenir o desarrollo de la humanidad, de sus fenómenos colectivos y de las ideas.

Concordamos en que, en su cometido, la Orden tiene dos ámbitos: uno hermético, regido estrictamente por normas constitutivas, y otro exotérico, sometido a los cambios y variaciones de la humanidad.

En el primer círculo trabajamos como elite, para conseguir el perfeccionamiento de la individualidad, elevada a plano idealizado, con el fin de lograr -mediante la acción inteligente y singular de sus adeptos- ciertas influencias y penetración rectoras que requiera la sociedad.

No significa por cierto, como bien lo apuntáis, que esta actividad de la Orden en el plano temporal pudiese operar una transformación de ella y, desnaturalizándola, convertirla en un partido político.

El principio que informa la declaración constitucional de que «la Francmasonería no es una secta ni un partido» tiene sentido, inteligencia y alcance de prescindencia en lo que concierne a la política contingente, local o nacional; pero esta idea, contenida en esa declaración, no la constriñe respecto a su actitud frente a los grandes movimientos ideológicos que sacuden al universo.

En segundo lugar, como institución que ha adoptado el método evolucionista, debe encausar sus acciones conforme a la dinámica de las leyes que impulsan y gobiernan los fenómenos sociales, económicos, políticos y culturales, sin que sea aceptable adoptar una actitud meramente espectadora del devenir.

Sus grandes postulaciones: la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, nunca han sido ni podrán constituir conceptos puramente académicos para la Masonería, por cuanto nuestra Augusta Orden propugna e idealiza la individualidad «Corrigiéndola y Perfeccionándola» mediante métodos que conduzcan necesariamente a su realización íntima y autentica y, luego, a su normal interrelación con la Sociedad; esto es, al perfeccionamiento de la Personalidad.

Los atributos de la persona, involucrados todos en el concepto rector de la Libertad, obligan a que su ejercicio se haga de tal manera que no hiera la individualidad de los demás, concretándose de este modo el principio de los Francmasones del ser «iguales entre sus semejantes».

Por último, Querido Hermano Allende, proclamemos una vez mas los designios humanistas de la Orden y, sin necesidad de ahondar en su definición y procedimientos, exaltemos la Fraternidad y los deberes que ella impone, en el concepto y la acción.

Reclamemos de la Orden, eso si, la consecuencia que debe existir entre estas dos actividades, y contribuyamos inteligentemente a definirlas en la realidad.

A este respecto, permítasenos una digresión iterativa (que tiende a repetirse): la Francmasonería inició su historia en la época en que, razonablemente, la individuación constituía la mas segura garantía del progreso del hombre y de la sociedad en que vertía sus contenidos.

Pero desde aquella época, la evolución normal de los conglomerados comunitarios (mas o menos indistintos) ha desplegado aceleradamente su desarrollo hasta hoy día en que, según los análisis de la sociología, se han convertido propiamente en «entidades orgánicas», diferentes en sus cualidades, en su desarrollo y en su trascendencia, de la pura «individualidad»

Las comunidades se mueven con leyes características (solo hace poco tiempo formuladas) y muestran en su progresión una dinámica que obedece a necesidades independientes y que utiliza procedimientos propios para el logro de sus fines de superación o de superioridad, y para el establecimiento de su satisfacción y seguridad, que los hombres deben concebir como permanentes.

Ahora bien, si la Francmasonería entrega, según hemos repetido, una metodología sabia y racional para conseguir los objetivos de la individuación (inculcando además, a sus adeptos, lo legitimo que constituye para ella el «sentimiento de comunidad»), creemos que esta metodología no alcanza a ser adecuada para confrontar directamente las nuevas entidades orgánicas que hemos llamado comunidades.

No nos creemos capaces, en este momento actual, de influir en tales cuerpos colectivos solo con las herramientas tradicionales, de orden singular, que existe en nuestros Talleres, por muy amplio que sea su grado de uso; ni siquiera de tener una visión fidedigna y útil de la forma como se efectúan los movimientos de integración o como se producen las reacciones que emergen de ellas.

Solamente estamos conscientes de su composición, de ciertos estados de injusticia en que sobreviven, de los grupos de presión exógena e internas que interfieren y de algunas de sus vagas formulaciones de necesidades; por mas que dispongamos poderosamente del amor fraternal que ellas merecen o requieren, mas que sus propios componentes individualmente considerados.

El diagnostico de esta situación, las contingencias de su acontecer contemporáneo y futuro, y la manera de influir favorablemente sobre cada una, con el tesoro de nuestra doctrina y nuestras virtudes, constituyen una de las mas grandes empresas a la que la Masonería moderna debe abocarse con urgencia.

A los compromisos asumidos en nuestros trabajos esotéricos, debemos impostergablemente sumar este otro compromiso: el de la responsabilidad práctica de las futuras actividades de los Hermanos, que nos permita llevar la generosa semilla de la Granada, el limpio ejemplo de nuestra vida institucional, y una inteligente y decidida programática hasta el seno mismo de ese fenómeno social.

Estamos, como veis, en una actitud y postura de autocrítica, renovando nuestro vigor para reforzar las acciones de la Orden, sugiriendo estas profundas transformaciones en el ámbito exotérico o pragmático.

Deberemos, además, modificar la composición de nuestros cuadros, eliminando las vacantes estériles de nuestra organización interna, eligiendo hombres que posean la aristocracia del esfuerzo dignificador, la consecuencia y adhesión irrestricta a los postulados de la Orden y haciendo todo lo posible porque los Masones probados, como vos, nos sigan prestando el valor de su aporte y la sabiduría de su experiencia.

Consideramos finalmente que, en nuestra posición y en la vuestra, Querido Hermano Salvador Allende, no hay diferencias, así como no existe antinomia entre los principios de nuestra venerable institución y las aspiraciones enunciadas, que se yerguen impostergables, con existencias de satisfacción urgente, para el logro de la justicia y la felicidad de la comunidad.

Por cuanto os hemos dicho, por el reconocimiento de vuestra valía, de vuestra inteligencia y de vuestra adhesión fraternal, y habiéndose reafirmado una vez mas la coincidencia de nuestros planteamientos y el compromiso de llevar adelante un programa doctrinario de acción consecuente, la Sublime Cámara del Medio de la respetable Logia «Hiram» N.-65 acordó, por unanimidad, rechazar la Carta de Retiro presentada por vos.

Esperando vuestro pronto reintegro a las actividades del Taller, os saludan afectuosamente, vuestros adictos Hermanos.

Luis Holguín Blanco
Venerable Maestro Logia «Hiram» 65

Juan Venegas Quevedo
Secretario
Tomado del libro «Allende Masón», de Juan Gonzalo Rocha.
Editorial Sudamericana.

Publicado por:

Diario Masónico

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Comments

  1. German Marquez Jones    

    ¡Qué lamentable seguir perdiendo tiempo en cuestiones tan irrelevantes como sectarias en su origen! No le bastó a Allende traicionar a su pueblo y dejar todo un país en la miseria social y económica más grande de la historia reciente de Chile, sino, además, querer influir con su ideología totalitaria al interior de nuestra Orden, seguramente para «refundar» e introducir su preceptos (que harto daño hace en la Orden hasta hoy), violando principios esenciales de la Fraternidad. Un hermano que pasa irrelevantemente por la Masonería, que sólo luce el primer apellido de un gran Masón como Allende Padín, no es justificación para que Diario Masónico, de tanto en tanto, publique trabajos sobre este personaje que aún la historia no juzga en su debida proporción, de no mediar, intereses políticos, en todo caso incomprensibles para la Masonería.

  2. Arnaldo    

    Señores, hermanos en el espíritu la convicción del hermano Salvador, al cual conocí solo por una foto con el mandil y la estrella de 5puntas, lo llevo a la casa de la moneda donde fue bombardeada con su persona dentro, ahí murió no solo un hombre sino parte de una nación y un continente, LA historia nos muestra muchas caras, lo cierto es que no creo que sea bombardeado, hay muchos métodos…

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