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Ataques a la masonería por el homenaje de Estado a las víctimas del Covid-19


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Por Antonio J. Candado Aguado

Hace poco desde que sucedió, desde entonces, las redes se han inundado de comentarios y críticas hacia el homenaje de Estado a las víctimas del Covid-19 que tuvo lugar en el Palacio Real y al que acudieron representantes de todas las instituciones del Estado, políticas, sociales y religiosas.

Este evento contó con una bienvenida en español, inglés, francés, euskera, catalán y gallego como muestra de inclusión hacia todos los sentires de quienes han perdido familiares y amigos en la primera oleada. Un desafortunado fuego cruzado en la que muchos medios e individuos no han dudado de disparar sus más desconcertantes y equivocas críticas hacia la masonería.

Serían capítulos a parte debatir sobre si ya se debería dar por concluido el trabajo de recuento de víctimas en los albores de una nueva oleada en España, de si el gobierno de España debería haber tomado las medidas adecuadas incluso antes de decretar Estado de Alarma o el sentimiento de abandono de los MIR (Médicos internos residentes) ante salarios ínfimos y jornadas maratonianas. Por desgracia, todavía nos quedan muchas cuestiones sobre las que trabajar, reflexionar y mejorar en esta sociedad poscovid en la que, la denominada “nueva realidad” ha marcado, hasta el detalle más insospechado, la normalidad de nuestro día a día. En estos momentos estivales, nos comenzamos a hacer eco de que puede avecinarse una segunda ola y lo que la ciudadanía, en su totalidad, necesita es un mensaje de de fuerza ante lo inhóspito, de resiliencia y de unidad ante la emergencia social que ya estamos viviendo. Más cuando se puede dar una nueva emergencia sanitaria en pocas semanas.

Ataques concretos de individuos que arrojan las más rocambolescas teorías en redes sociales como Twitter o Facebook, donde se han leído frases como: “Urge separar a la Masonería del Estado” refiriéndose a los objetivos de la Agenda 2030, “Los círculos ahora, además de ‘podemitas’, son masones” o el tweet del propio Iván Espinosa de los Monteros, portavoz del Grupo VOX en el Congreso de los Diputados, en el que insistió varias veces: “Da miedo”. Todas estas mentiras e infundios son retroalimentados por el silencio de las diversas instituciones masónicas que conviven en España de las que esperan, por parte de estas, una respuesta que haga a la masonería entrar al barro y bajar a los lodos de discusiones estériles con quienes sólo están dispuestos a tomar por verídicos los más disparatados argumentos conspiranóicos y satánicos. Si no fuera, de por sí, desmesurado el tono de lo que se puede leer en redes sociales, no se ha queda atrás la agravada irresponsabilidad de algunos medios de prensa digitales, que no citaré por no darles propaganda, quienes han llegado a calificar dicho homenaje con titulares como: “El “funeral” masónico de la Plaza de la Armería” o “Vergonzosa ceremonia masónica y new-age por las víctimas del coronavirus”. Como podemos observar, una carrera comercial a la caza del like fácil y del retweet masivo a costa de redactar, cada cual, la mayor aberración posible, revelándose de esta forma como modelos de un periodismo más interesando en el sensacionalismo que en la veracidad y la sensatez.

Se ha hablado gratuitamente de rituales, del dios Ra, del elemento del fuego y lo luciferino, de la ausencia de elementos religiosos y, automáticamente, todo ello ha retrotraído a los sectores más conservadores a esos sempiternos debates políticos o a la división de pareceres entre monarquía o republica que nada tienen que ver ni con el homenaje ni con la masonería. Llega a un extremo preocupante lo vertido en redes sobre la masonería pues, en pleno siglo XXI, se sigue constatando que hay una parte que criminaliza cualquier cosa que no les agrade acusándolo de “masónico”. Cuesta demasiado encontrar en estas noticias la más mínima mención hacia el laicismo que, desde el Gran Oriente de Francia, así como de otras instituciones masónicas, se ha venido trabajando desde hace décadas. Por el contrario, se desparraman en un discurso de desconocimiento y aversión en el que se mezclan conceptos como el Nuevo Orden Mundial o el gobierno de las elites, junto a imágenes de brujería sacadas de manuales medievales y fotogramas de películas con contenido satánico, para asociarlos al homenaje y, por extensión, a lo que consideran que es la masonería.

La esencia de la masonería siempre ha estado muy alejada de estas acusaciones, se ha postulado como una institución filosófica que “considera las concepciones metafísicas como propias del dominio exclusivo de la apreciación individual de sus miembros, rehúsa toda afirmación dogmática. Atribuye una importancia fundamental al laicismo”, tal como dicta el 1er Artículo de la Constitución del Gran Oriente de Francia. Además, siempre se ha postulado como una firme defensora de los derechos sociales, las libertades individuales y de la democracia. No es momento de especular ni de acusar a ciegas. Es momento de recordar a los fallecidos, de darnos cuenta de todo lo que nos une al resto de seres humanos y del íntimo vínculo que mantenemos con la naturaleza. Para finalizar esta pequeña reseña, de la que espero que nos ayude a todos a ser un poco más reflexivos y a no dejarnos llevar por los sensacionalismos, me gustaría concluirla citando unas hermosas palabras del cantante y hermano Tom DeLonge acerca de la pandemia: “Nunca apreciamos la conexión que tenemos con los demás hasta que se ha acabado, y aunque no podamos cambiar la primera parte de esta historia, desde luego podemos cambiar su final.”

Publicado por:

Diario Masónico

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