Reciba Diario Masónico en su e-mail

shadow

Exhumado el dictador Franco, asesino de masones


shadow

Un poco antes de la una de la tarde, el féretro con los restos del dictador, Francisco Franco, ha salido de la basílica del Valle de los Caídos, donde había pasado los últimos 44 años en una sepultura de honor, desde su muerte en 1975.

Un camino lleno de obstáculos

No sin pocos obstáculos y 17 meses después de que el presidente del Gobierno Pedro Sánchez anunciara el plan, el cadáver de quien ordenara construir el Valle de los Caídos para conmemorar su «gloriosa cruzada» y a los caídos por ella, ha sido desalojado rumbo a una sepultura familiar en El Pardo (Madrid).

La exhumación del dictador ha tenido que superar los recursos legales de la familia que ha llevado el asunto hasta el Tribunal Supremo y la estrategia de sus aliados, que diseminaron acciones jurídicas, hasta dar con un juez que detuvo el plan de obras por una supuesta falta de licencia. El responsable de la basílica del Valle, el prior Santiago Cantera, ha sido uno de los líderes de la resistencia. Ha bendecido el féretro al ser evacuado. 

Símbolo de la victoria franquista convertido en mausoleo

Más de cuatro décadas han transcurrido desde que el abad del Valle recibiera los restos del general sublevado contra la II República en 1936. Entre medias, el régimen del dictador autoritario franquista, fue sustituido por la Constitución de 1978 y la democracia. Cuatro décadas en las que el Gobierno ha sido dirigido por una coalición de conveniencia como la UCD, por el PSOE –que fue clandestino durante la dictadura– y el Partido Popular. La tumba en la basílica permaneció todo ese tiempo como lugar de culto y honra de la figura del dictador, situada por encima de todos los enterrados allí, todos fallecidos durante la Guerra Civil, menos él.

Desde este octubre de 2019, la marcha anual de cada noviembre para exaltar a Franco, que llegaba al templo benedictino y desplegaba toda una batería de parafernalia franquista, no tendrá destino. Al menos en el valle de Cuelgamuros, el paraje de la sierra madrileña, donde se erigió el monumento a base de trabajo esclavo entre 1940 y 1958.

La masonería en su propia familia

Palabras de Nicolás Franco Salgado-Araujo, padre del dictador, recogidas en la biografía “Franco Caudillo de España” escrita por Paul Preston.

Si alguna persona en el mundo denigró públicamente a Franco en vida, fue su propio padre, don Nicolás Franco Salgado-Araujo, Intendente General de la Armada, e hijo a su vez de Francisco Franco Vietti, de igual profesión y rango militar. Sus palabras exactas acerca de la masonería y su hijo fueron:

“¿Qué sabrá mi hijo de la Masonería? Es una asociación llena de hombres ilustres y honrados, desde luego muy superiores a él en conocimientos y apertura de Espíritu. No hace más que lanzar sobre ellos toda clase de anatemas y culpas imaginarias. ¿Será para ocultar las suyas propias?”

Nicolás Franco, padre del dictador

Y es que Nicolás Franco Salgado Araújo, tenía verdadera manía a su hijo Francisco, del cual dijo en alguna otra ocasión: “El más inteligente de mis hijos es Ramón. Nicolás es un petardista, y Francisco sigue siendo un tonto“.

Franco, el visceral asesino de masones

Decía el escritor Francisco Umbral que los masones fueron para Franco lo que los judíos para Hitler y no es en absoluto desmesurada la afirmación si consideramos que de todos los sistemas totalitarios de la Europa del siglo XX que persiguieron a la masonería, Franco fue quien lo hizo con mayor ensañamiento y quien más lejos llegó en el acoso y métodos empleados con la masonería. Una obsesión atribuible, en gran medida, al hecho de haber pretendido iniciarse dos veces en la Orden y haber sido rechazado en ambas ocasiones, lo que acabó desatando toda una “cruzada antimasónica”

De manera que pasó, de pretender iniciarse en la Orden a la brutal represión durante la guerra civil y en la inmediata posguerra, dos momentos en los que la represión y la violencia se ejercieron de formas distintas.

Desde los inicios de la sublevación y durante la guerra, en la denominada zona nacional se produjo dentro del ámbito de la represión generalizada que afectó a todos los partidos políticos republicanos y de izquierda una brutal espiral antimasónica.

Los primeros meses que siguieron al alzamiento de julio de 1936 se allanaron y se saquearon las logias españolas, se incautaron sus bienes y se confiscó documentación, ello sirvió para poder ir, pueblo por pueblo casa por casa, deteniendo masones y sin juicio previo y sin más razón que el hecho de ser masón, proceder a la ejecución despiadada de los miembros de la “orden”, se les daba el paseíllo, y en las tapias de cárceles y cementerios, se les fusilaba sin más.

Así pues desde el golpe militar de 1936 se precipita una vertiginosa cuenta atrás contra los masones que desde el primer momento, se convirtieron en uno de los principales enemigos en todas las zonas controladas por el bando rebelde.

El 15 de septiembre de 1936 el dictador publicó el primer decreto contra la masonería, obviamente en esa fecha, muchos masones españoles habían sido ya fusilados.

A lo largo de la guerra, el franquismo había ido  creando una serie de organizaciones destinadas a la recogida y clasificación de toda la documentación masónica. En abril de 1937 se creaba la Oficina de Investigación y Propaganda Anticomunista y en Mayo se organizó la Delegación Nacional de Asuntos Especiales que se refundieron en junio en el Servicio de Recuperación de Documentos y es que, el régimen no parecía haber tenido suficiente

Una vez finalizada la guerra y proclamada la victoria de los sublevados había que purgar, hasta erradicar por completo todo lo que los vencedores tenían como causa del desvío de la nación. En palabras de Franco, “había que enderezar la nación torcida” de manera que, el uso continuado de la violencia sería un elemento más una herramienta en la batalla entre el bien y el mal, entre la ciudad de dios y los “sin dios”, esto es, la anti-España.

Una anti-España, en gran medida, vertebrada entorno a la tríada masonería-judaísmo-comunismo, que debía ser sometida y ante todo, reeducada para servir a la “nueva España”, la de los vencedores. En base a ello se dará paso a una curiosa legislación antimasónica, reflejo de la obsesión de Franco por este asunto.

Como apunta Santos Juliá, la guerra civil española había terminado con un vencedor que exterminó al perdedor.

Se partió de la retórica de las “dos Españas” para construir sobre sus cenizas el mito de la única España, la verdadera, la auténtica, y en la lucha a muerte contra la otra España, la anti España, se enfrentaban la tradición católica integrista del siglo XIX, que consideraba antinacional lo que no era católico, era la España evangelizadora la del, martillo de herejes, la luz de Trento y la espada de Roma. Se hacía por tanto urgente y esencial contrarrestar el modo de pensar lacerante para los católicos españoles expresadas en las voces judeomasónicas.

En base a ello y ya en los momentos de la posguerra se inicia una represión mucho más metódica y sistematizada y en  1940 se promulga la conocida Ley sobre la represión de la masonería y el comunismo que, como muy bien afirma V. Sampedro, se convirtió en la máxima expresión de la arbitrarie­dad jurídica al servicio de la repre­sión ideológica y política.

Ya desde su primer artículo la ley es suficientemente ilustrativa del extraordinario alcance punitivo que se otorgaba a su aplicación y en su artículo 12 establece la creación y composición de un Tribunal Especial para la Represión de La Masonería y el Comunismo, TERMC, las penas iban desde la incautación de bienes hasta la reclusión mayor. Los masones, aparte de las sanciones económicas, quedaban automáticamente separados de cualquier empleo o cargo de carácter público (de por vida). Se establecieron penas de veinte a treinta años de prisión para los grados superiores, y de doce a veinte para los cooperadores. Fue suprimido el 8 de febrero de 1964, después de que gran parte de sus funciones fueran transferidas al Tribunal de Orden Público en 1963.

Otros usuarios también leyeron…

‘El País’ recuerda “el terror frío, administrativo, rutinario” del Franquismo con la Masonería

Los nazis ayudaron al Franquismo en la persecución de la Masonería hasta el final

Fallece el último miembro de la Logia que desafió al Franquismo en la Barcelona de los cuarenta

La represión de la masonería por los totalitarismos

Publicado por:

Garibaldi

Contenido Relacionado

shadow

Comments

  1. Domingo Bayo García    

    Además de tener la razón hay que saberla demostrar, es lo que ocurre en todos juicios cada día. Este artículo utiliza una mezcla de verdades, medias verdades y mitos (en el año 1936 ya no había República, hecho reconocido por los mismos fundadores de ésta; había un Frente Popular comunista), para mostrar el desacuerdo con el antipático personaje en cuestión. Soy masón y mis antepasados lo fueron y algunos tuvieron que exiliarse so pena de perder la vida a manos de este general. Por otra parte, después de casi 45 años de su muerte, haberse realizado una Transición a la Democracia, estudiada en muchas universidades extranjeras, me parece completamente innecesario, montar todo este número de exhumación para satisfacer las necesidades electorales de un Presidente carente de argumentos para convencer a su parroquia. ¿Acaso Francia ha desenterrado a Napoleón? ¿Italia a Musolini? ¿Rusia a Lenin? ¿Pekín a Mao? ¿O Vietnan a Ho Chi Minh? Todos ellos fueron conocidos ASESINOS. Pues no, los han dejado en sus tumbas y que el olvido caiga sobre ellos. Seamos prácticos y aprendamos de los italianos. O de los rusos. O de los chinos o vietnamitas que, importándoles un carajo la momia, buen resultado económico le sacan a los turistas por enseñar sus tumbas.

  2. Jotenegro    

    Ni siquiera vale la molestia por decir algo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.