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Hermandad en la historia de los Caballeros de la Luz en Cienfuegos


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Hermandad en la historia de los Caballeros de la Luz en Cienfuegos

 

 

 

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Los enigmas acechan al hombre. Y las hermandades se han tejido una manta que huele a misterios, a secretos que no deben contarse.

Así lo recrea la literatura, los medios…, mas la historia se ha encargado de liberarlos y mostrar que lejos de los rituales viven hombres y mujeres de bien.

Ya cumplió 70 años la Respetable Logia Avanzada Fraternal  número 35 de Cienfuegos, de la orden Caballeros de la Luz de la República de Cuba. Parece corto, pero encierra una larga trayectoria de patriotismo y dedicación por sus semejantes.  «No ha cambiado nada desde que yo empecé, porque quienes entran aquí deben seguir la misma regla: armonizar con los hermanos, preocuparnos por ellos y apoyarlos de la manera en que podamos», testifica Tomás Torres Lami, uno de los de más años en la Orden Caballeros de la Luz.

A veces la influencia viene de cerca, en el propio hogar se impregna el buen ejemplo y costumbres como síntoma de que ningún mal emerge de la congregación. Miriam Orrego Silveira lo reconoce, lo vive de esa manera. «Mi papá era masón y mi abuela me llevó a la logia de Rebecas, desde ese entonces viví los beneficios de la fraternidad. Es algo muy grande, porque crea lazos de amistad, casi familiares. Nos preocupamos unos de otros y compartimos lo bueno, lo malo…».

Y socializar en ese tipo de instancia deviene aliciente para el alma, una oportunidad donde pueden desterrarse las preocupaciones, o al menos, languidecerlas por un tiempo.

Varias órdenes conforman esta suerte de fraternidad en el país. «La Masonería, la IndependienteOrden de Odd Fellows, la Orden de Odd Fellows Unidos,  la Orden Caballero de la Luz  y Caballeros de la Luz de la República de Cuba, y la Sociedad Teosófica; son instituciones fraternales presentes en nuestra ciudad hace más de 136 años. Coexisten con la ciudadanía como parte activa de la historia cienfueguera», refirió Agustín Marcial Suárez Castillo, uno de los Caballeros de la Luz.

Cuando decretan tenida blanca, las personas que no pertenecen a la Orden Caballeros de la Luz pueden entrar./Foto: Cortesía de la Orden.

LA RAIZ

La necesidad de algunos hombres de reunirse y seguir tradiciones de hermandades similares, conllevó a que en 1873, en la calle Monroe, en el salón Niágara en la ciudad de Filadelfia, Estados Unidos, naciera ante el mundo la Orden Caballeros de la Luz. En tanto, el 20 de mayo de 1903 constituyen la Soberana Gran Logia de la República de Cuba de los Caballeros de la Luz.

José González Curbelo, nombrado como el patriota desconocido, trasciende en la historia como el padre fundador de la orden. En las cartas publicadas en el revista América entre 1893 y 1894 queda la evidencia de la amistad entre González Curbelo y José Julián Martí Pérez, este último se dirigía a él: Al viejo bueno, González  querido, Mi viejo González y Noble González.

Con el paso de los años las influencias llegaron a Cienfuegos y en 1944 trascendieron al punto de coadyuvar a la creación de la Respetable Logia Avanzada Fraternal #35 de La Orden Caballeros de la Luz. Poco a poco fueron dotándose de un espacio físico, y también espiritual, donde pudieran confraternizar. Varios sitios se erigieron como templos, cuyas paredes fueron, y son testigos de la buena voluntad. Pero la estabilidad llega cuando en 1952 logran instalarse en el templo actual cito en calle 29 #5016, e/50 y 52,  en la cabecera provincial.

En las actas de los talleres realizados, consta la presencia, participación e inclusión de los oficiales, sargentos y 40 marineros del Distrito Naval del Sur (Cayo Loco), además, entre los fundadores se encontraban comerciantes, zapateros, hojalateros… Entonces, esa institución y la historia de Cienfuegos hilvanan una suerte de complicidad que logra nutrirse hasta divisar…

EL TRONCO

Conocer la esencia es importante, más bien imprescindible. Allí, en cada templo, habitan ciertos secretos, algunos logran revelarse, otros, permanecen furtivos para quienes no están dentro.

Sin embargo, salen de lo oculto otras informaciones que pudieran exiliar tanto desconocimiento popular. Puede decirse, sí, de hecho publicarse, que existen tres grados. Cada miembro escala a partir de la participación en las sesiones y ha de demostrar una superación moral, deben advertirse cambios en la personalidad. “Es preciso además, poseer conocimientos sobre la institución, su historia, características, principios…”, expone Miriam Orrego Silveira.

En aras de la necesaria organización donde confluyen los humanos, constituyen cargos. Al presidente se le llama Luminar, está también el Vice Luminar, Patriarca, Secretario, Tesorero. Ellos resultan los directivos fundamentales. “Una vez al año se eligen por votación secreta, y en cada ocasión se rotan los cargos entre los miembros”, afirma Orrego Silveira.

Al inicio, las sesiones eran esporádicas, y aunque no mermaban los principios de hermandad, sí resultó necesario acercarse más en este tipo de ceremonias como esencia de la indispensable compenetración. Se identifican como hermanos, aunque no lleven la misma sangre, porque así se los dicta el pensamiento, el sentimiento, y en consonancia, han de actuar para el bien del prójimo, aunque no se consideran religiosos.

José Julián Chaviano, uno de los miembros de mayor sapiencia en la Orden, explica: “Sesionamos todos los domingos. En la apertura cantamos el Himno Nacional. Luego pasamos a los diferentes capítulos del encuentro: en el primero informamos sobre nuestros familiares, amigos y hermanos enfermos; y después leemos una plegaria conformada por nosotros mismos.

En el segundo, recordamos a nuestros hermanos fallecidos. Al final, compartimos trabajos culturales, históricos, coordinamos si tenemos que ir al cementerio a arreglar el panteón o a reparar alguna logia. También ese es el momento para organizar actividades, visitas a los enfermos…”.

Una vez en el templo de los Caballeros de la Luz, involuntariamente recorres sus paredes, geografía, y decenas de interrogantes quieren asaltar a la vez, porque el más mínimo detalle guarda un significado. La semiótica del lugar exacerba las incógnitas.

Y Chaviano las responde haciendo gala de su dominio sobre la materia. “La balanza significa la justicia. Tenemos códigos para juzgar a los hermanos, se hace un tribunal: una persona te defiende y otra te acusa por tu actitud. Incluso podemos juzgar a alguien por determinada mala acción.

“Tenemos un abecedario para comunicarnos en clave; una bandera; un saco benéfico: no resulta válida una sesión si no se pasa el saco para que los hermanos aporten cuanto puedan. Algo importante es creer en un ser supremo que aquí no le llamamos Dios, sino hacedor del universo.

Al altar se le llama el Ara. Encima lleva la Biblia como un libro sagrado, pero no la leemos aquí. Discutimos muchísimos temas menos política y religión. Podemos compartir católicos, protestantes, testigos de Jehová, militantes del Partido… A fin de cuentas todos somos hermanos, iguales”.

LAS RAMAS

¿Qué puede significar un tronco desolado por muy alto que sea? Simula vacío. Por eso las ramas lo visten y lo complementan. Y en las ramas aparecen los conceptos, los límites que no permiten marchar en contra de lo establecido por la Ley Moral. Por ello, aunque existen diferentes órdenes, todas persiguen el mismo fin y conservan principios similares.

Así lo reconoce Yosbany González perteneciente a la Independiente Orden de Odd Fellows Jagua 21. «Para mí ha sido súper provechoso, he experimentado grandes transformaciones en mi persona. Aprendí a hablar más bajito, pausado. Cada día me enseña más las bondades de ser solidario, cooperativo y sentimos la satisfacción de ayudar a alguien y de no sentirnos solos ante cualquier problema».

Los cambios no suceden de la noche a la mañana. Desde un principio algunos valores deben vivir intrínsecos en el ser humano. Luego, la propia hermandad, con el paso del tiempo, se encarga de consolidar las transformaciones en la conducta, Entonces asoman virtudes…

Y en las propias ramas ha de germinar el relevo de generaciones, siempre de manera fortuita. Tomás Torres Lami, uno de los veteranos de la Caballeros de la Luz, señala que muchos han entrado por embullo. “Unos, al percatarse del buen ambiente logran quedarse y otros, se dan cuenta que no caben, no tienen las características éticas y morales necesarias. Algunos se insertan más fácil porque ya vienen con un conocimiento previo.

«La intención con los más jóvenes, en primer lugar, es no forzarlos a nada. No los captamos en la calle. Se acercan a nosotros porque escucharon sobre la orden o alguien cercano pertenece a la hermandad». Resulta vital acatar y cumplir las condiciones de la fraternidad, por el bien propio, de cuanto los rodea y del prestigio de la institución.

Hasta allí llegan cada domingo los más longevos, los novatos… intercambian, se conocen aún más y pervive la probidad. Renace la historia una y otra vez, nunca muere, porque sin ella, la Orden pierde parte de su esencia. En cada ritual se estrecha la hermandad. Comparten la buena voluntad, que siempre alcanza porque ha de existir una porción para todos. Enhorabuena, llega la cofradía a los antepasados. Y en el epílogo, queda siempre la encomienda de, con lazos fraternales, dejar prendida la luz de estos caballeros.

*En coautoría con Zulariam Pérez Martí, periodista del Cinco de Septiembre.

Publicado por:

Diario Masónico

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