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Estamos a la espera


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Estamos a la espera

 

 

 

Por Vicente Hernández Gil (33º)

Bien, estamos a la espera

Los elevados índices que arrojan la tasa de paro laboral y la corrupción en instituciones y organizaciones políticas, son los problemas más relevantes que gravitan sobre el pueblo español, influyendo hoy notablemente en los ámbitos social, económico y político con procesos de cambio.

Los sociales y económicos son degenerativos (mayor desigualdad, empleo precario, salarios más bajos e injustos, emigración juvenil), los cambios en el ámbito político son procesos de mejora (surgimiento de nuevos partidos progresistas que dicen pretender impulsar políticas progresistas en rechazo de las que actualmente impone el neoliberalismo europeo y que han sido acatadas, asumidas y practicadas por gobiernos españoles).

Pero todo esto queda ensombrecido por el espectáculo esperpéntico protagonizado por los líderes de los partidos de izquierda con sus actitudes pasivas, marcadas por la indecisión y falta de voluntad de formalizar los pactos oportunos que les permitan desplazar a la derecha, formar gobierno y desarrollar en un futuro inmediato esas políticas progresistas de las que hacen gala, para reconstruir lo que el neoliberalismo ha destruido. “La economía puede fluir y los derechos sociales perdidos se pueden recuperar, pero no con tácticas neoliberales” –dicen-.

Bien, estamos a la espera.

Nuestra democracia tiene imperfecciones. La de mayor calado es la escasa participación del pueblo en los asuntos públicos, pues los partidos se representan más a ellos mismos que a sus votantes, lo demuestra el incumplimiento de los programas electorales, los blindajes de posiciones de poder, los aforamientos, los cargos de privilegio concedidos tras las salidas de la vida pública y la anuencia con la corrupción. Otro signo de debilidad es que ha podido producirse un aumento considerable de la desigualdad y por ende de la inestabilidad social.

Los nuevos partidos emergentes dicen tender a establecer una democracia deliberativa con una mayor participación ciudadana en el gobierno.

Bien, estamos a la espera.

De la virtud humana más característica, la Inteligencia, emanan la Libertad y la Voluntad. En uso de ambas, el espíritu colectivo de los españoles demanda un cambio substancial en el ejercicio de la “demos”, es decir, en el conjunto de ciudadanos con derecho a ejercer el poder democrático, y el poder en una democracia debe ejercerse en base a la “regla de la mayoría” para que exista justicia. Esa regla ha sido burlada por las políticas neoliberales económica y social. Así hemos llegado al “amiguismo” y a los niveles de corrupción y desigualdad alcanzados.

Es necesario el dinamismo social. El estatismo es un subproducto del conservadurismo, es la tradición “per se”. No debemos inscribir las posibilidades de mejorar el presente y menos aún las de mejorar el futuro, en lo que ya constituyen tiempos y hechos pasados y que, además, nos muestran resultados no deseados por apartarse de la razón, por inflingir principios éticos, o por constituir simplemente pasos atrás en la historia. Debemos por tanto cambiar de tácticas políticas, inscribir es buscar fronteras, muros, obstáculos, circunscribir es abarcar, buscar la expansión, el crecimiento, el avance.

No progresaremos si no pensamos en las generaciones futuras y en legarles una democracia más justa, un país más libre e igualitario. La “demos” es variable con el tiempo. En cada momento de la historia los sistemas políticos y los gobiernos de las naciones son el fiel reflejo de su sociedad, de su cultura, de sus principios éticos. Las democracias avanzan (simplificando) de liberales representativas a republicanas y deliberativas. En las primeras el gobierno impulsa los intereses privados para conseguir fines colectivos y la ética queda relegada a un plano secundario; la privatización de actividades en el ámbito de los derechos sociales (sanidad, educación, suministros energéticos), genera “amiguismo”y corrupción. En las segundas la política se basa en relaciones sujetas a principios éticos y la solidaridad es un hecho incuestionable que sustituye al mercantilismo de las primeras.

Que hayan surgido partidos políticos progresistas, no implica que sus líderes estén a la altura de las circunstancias que la política española actual requiere. Es el desarrollo y perfeccionamiento del ser humano lo que impulsa el desarrollo y perfeccionamiento social y no al revés. Con ello, el colectivo humano crea los mecanismos políticos suficientes, necesarios y deseados para gobernarse a si mismo.

La responsabilidad y la generosidad individuales, o la ausencia de ellas, son los factores más importantes que afectarán al resultado final de este espectáculo esperpéntico. Nuestros líderes deberán levantar la vista, mirar al horizonte y reflexionar sobre el futuro de la sociedad española.

Bien, estamos a la espera.

En Guardamar del Segura, 31 de julio de 2016

Vicente Hernández Gil

 

 

 

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Diario Masónico

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