¿De qué somos dueños?
Uno es dueño de muy poco, pero de entre lo poco, de mucho. ¿Qué nos llevamos a la tumba? Nada.
¿Con qué vivimos nuestras vidas? Con las vivencias de cada instante, de cada momento y experiencia. Fuera de eso, como bien dijo Salomón en sus Proverbios: “Todo es vanidad”.
Lo que tenemos, si es material, acaba en el polvo, como nosotros mismos. Lo que pensamos, lo compartimos con todos, y solo el amor, o el odio, son verdaderamente nuestros. El primero nos da vida, el segundo nos da muerte.
Hoy evocamos aquí, en El Colegio Invisible, la tesis, entre filosófica y poética, del gran Schiller:
A todos pertenece lo que piensas. Sólo es tuyo lo que sientes. Si quieres que sea tuyo lo que piensas, has de sentirlo.
SCHILLER, Friedrich von Poeta, dramaturgo, filósofo e historiador alemán y, por supuesto, Maestro de “El Colegio”.
¿Somos dueños de nuestra propia vida? En principio puede parecer una pregunta absurda y de fácil respuesta a la que todos tenderíamos a contestar sí, sin pensárnoslo dos veces, pero si consideramos que nuestra vida engloba nuestra muerte y el derecho a decidir cuándo y de qué manera queremos morir, la respuesta puede variar sustancialmente.
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