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El secreto del cajón verde


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El secreto del cajón verde

 

 

 

Por Rodrigo Escorcia Saldarriaga/ El Masón
Resp:.Log:. Galileo Galilei No. 23

Siendo un niño pequeño, me causaba mucha atención el estudio de mi padre, FRANCISCO MORAZAN ESCORCIA ZARATE, era un recinto esplendoroso lleno de cuadros, libros, documentos y los elementos normales que se encuentran en un estudio, recuerdo en particular, un gran escritorio de color verde, con varios cajones, allí mi padre pasaba largas horas del día leyendo y escribiendo.

En ausencia de mi padre en la casa, evoco el continuo abrir y cerrar de los cajones por parte mía y de mi hermano, a excepción del cajón principal del escritorio que misteriosamente era el que siempre permanecía con llave y por ende un sitio inexpugnable para nosotros.

A lo largo de mi niñez, intenté en muchas ocasiones, maneras y formas, abrir el enigmático y prohibido cajón verde, pero siempre lo encontraba cerrado con llave, en ese mismo número de intentos, no solo fui sorprendido sino también reprendido “el cajón tiene llave por que guarda los secretos de tu padre, no se te vuelva a ocurrir intentar abrirlo”… esas palabras de mi madre solo alimentaron mi curiosidad y siempre que entraba al Despacho de mi padre, el misterioso cajón verde, era objeto de mis miradas y detenida observación.

Aún recuerdo como si fuera ayer, el día que mi padre nos llevó, junto con mis hermanos mayores a la Logia de Masones, a propósito de la creación del costurero del que mi madre EMMA SALDARRIAGA DE ESCORCIA hacia parte y que lo conformaban las cuñadas de la Resp:. Log:. La Enseñanza No 12 que asumió como gran proyecto la construcción de la escuelita que desde entonces y hasta Diciembre de 2012 tuvo sus puertas abiertas para muchos niños del Barrio Lijacá en Bogotá,. En los edificios, donde funcionaba la Log:., el misterio era todavía más grande y rememoro cómo junto con uno de mis hermanos y otros hijos de Masones nos encaramábamos uno encima del otro con el fin de observar por entre la rendija de la puerta del Templo Mayor, lo que hacía mi padre junto con aquellos, que extrañamente nos llamaban Queridos sobrinos.

En la medida de mi crecimiento y con el paso de los años, la curiosidad tomo otro rumbo, salí de mi casa a buscar nuevos horizontes, el cajón y sus secretos quedaron en el olvido.

Después de varios años, ya como profesional y hombre independiente, luego de recorrer le vida y el mundo, me reencontré con mi hermano mayor FRANCISCO ESCORCIA SALDARRIAGA, quien de manera sutil e imperceptible me recordó aquel misterioso cajón verde, pero lastimosamente este ya no existía, sin embargo por cosas del destino, los tesoros y secretos que guardaban aquel escaparate, aun estarían reservados para mí.

Con esa misma sutileza mi hermano siempre me insinuaba e invitaba recorrer el mismo camino de mi padre y el suyo, e iniciarme en los augustos misterios de la Masonería, “cuando vienes a la quinta y almorzamos”, “nos vemos en el Oma de la séptima y conversamos con unos amigos muy fraternos”, “te presento este hermano con quien es grato conversar”, “¿te gustaría asistir a una Ten:. Fúnebre del hermano tal que murió?, es muy bonita y distinta a la de nuestro padre” en fin con toda suerte de estrategias persistió por años y años sin lograr convencerme.

En alguna otra ocasión hablamos largamente de nuestro padre y su vida Masónica, recordando muchos buenos momentos, cuando él se mostraba con toda la moral, emoción, fraternidad, intelecto y libertad propia de un gran Mason, siempre una frase sabia, profunda, simbólica y oportuna, recordábamos también su firmeza en la defensa de su inteligencia, del honor, la libertad, las buenas costumbres y la honradez, como que fue amenazada su vida por no unirse a la horda de corruptos que desde siempre han manejado los niveles de dirección del Estado y para quienes “el que no juegue con nuestras reglas debe desaparecer”, prefiriendo abandonar una brillante carrera de servidor público, antes que sucumbir a las presiones y tentaciones que lo acosaban dándole así lustre al título de Masón (ahora lo entiendo en su verdadera magnitud), pero mi relación profana y acelerada con la vida me daba las excusas necesarias para evadir lo que tarde o temprano el G:.A:.D:.U:., me reservaba y que mi padre y mi hermano me enseñaban con el ejemplo.

En el año 2001, mi padre fallece y una de sus últimas voluntades fue entregarle como legado a mi hermano mayor FRANCISCO ESCORCIA S., los misterios que guardaba aquel cajón verde, mientras tanto mi hermano seguía invitándome de mil maneras para que ingresara a los Augustos Misterios de la Masonería y yo por mi parte sacaba mil excusas para evadir sus ingeniosas invitaciones.

Con el paso del tiempo y por razones del destino, me encuentro con mi amigo entrañable de andanzas de juventud JAVIER LOAIZA RAMÍREZ, quien, me revela su calidad de Masón y me sugiere que lo acompañe a formar parte de la Masonería Bogotana, por cuestiones de familiaridad, era común encontrarnos en continuas reuniones en donde siempre me extendía su invitación.

A la edad de 55, proviniendo de una familia Masónica en donde mi padre y mi hermano eran miembros de esa Orden, incluso uno de ellos Grado 33 del Escocismo Colombiano, tome la afortunada y sabia decisión de ser Masón, después de los trámites normales había sido aceptado para ingresar a la Resp:. Log:. Galileo Galilei No. 23.

El Past:. V:.M:. de la Logia prudentemente había llamado a mi hermano para invitarlo a la ceremonia de mi iniciación, indicándole que un gran amigo suyo se iniciaría y que le encantaría que lo acompañase, para lo cual FRANCISCO se mostró muy entusiasmado y confirmó su asistencia, sin saber que quien se iniciaba era yo, su hermano de sangre, la sorpresa fue grata y grande, ese momento se convirtió en el más cercano y sublime que pudimos compartir.

Infortunadamente, sólo pudimos coexistir pocos meses como Maestro y Aprendiz, antes de que mi doblemente hermano, pasara a Or:. Eter:. Su legado, el contenido del misterioso cajón verde, estando ya aquí, por fin descubrí lo que contenía, las maravillas que soñaba, estaban ahí esperándome para regalarme todo su saber y alegría, encontré por ejemplo, libros de Masonería de la época, reconocimientos Masónicos, el Cuadro Logial de la Resp:. Log:. Estrella del Caribe No 3, en donde figuraba nuestro pariente y Q:.H:. Leovigildo Escorcia V:.M:., desde 1953 al 56, año de mi nacimiento, o el Cuadro Logial de la Resp:. Log:. Enseñanza No 12, en donde mi padre, era el Sec:., hoy lo soy yo en mi Resp:. Log:. Galileo Galilei No 23, sorpresiva coincidencia que solo el G:.A:.D:.U:. ordena.

Pero también se encontraba allí, el mejor de los regalos que pudiera recibir cualquier ser humano: EL SABER, LA FRATERNIDAD Y EL ESTIMULO A LA EMOCIÓN Y EL INTELECTO, que en forma de ejemplos, libros y mensajes y con la orientación de todos ustedes mis QQ:.HH:., los estoy disfrutando y devorando cual manjar al hambriento.

Publicado por:

Diario Masónico

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