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Elites, Clases y Masonería


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Elites, Clases y Masonería

 

 

 

Seguro que la mayoría de los masones ha escuchado o leído en alguna ocasión que la Masonería es elitista. Generalmente es un comentario peyorativo lanzado por profanos con un evidente desconocimiento de la Orden aunque también opinan así algunos masones.

Sostienen que la Cofradía es una especie de club anticristiano formado por esnobs burgueses, por algún poderoso descuidado, por aburridos pedantes y algún que otro proletario confundido que se reúnen para diferenciarse y reconocerse como individuos superiores y que practican oscuros ritos protegidos por un secretismo de carácter conspirativo muy sospechoso. Sostienen que es un criadero de oportunistas, una meta-elite de «trepadores» que tratan de alcanzar la cúspide de la Pirámide Social donde muchos ascienden gracias al privilegio del corporativismo masónico.

Se entiende que la ofuscación antimasónica, la ignorancia profana, emitan estos juicios tan desbarrados, que califiquen de elitista a la Masonería blindando su argumentación por la notoriedad de muchos hermanos que participaron en importantes sucesos históricos y de personajes ilustres reconocidos como masones de un gran prestigio intelectual, artístico o político. El poder conspirativo en la sombra también es esgrimido por los enemigos de la Orden acusándola de ser una poderosa elite que pretende nada menos que el sometimiento de la humanidad.

Como humilde perteneciente a la membresía masónica, yo también opino que sí; que a la hermandad la conforma una elite, aunque situándome en el polo opuesto de la aseveración y de una forma muy diferente a la expuesta anteriormente, veamos porqué.

1. Si consideramos a la elite como una minoría que manifiesta preferencias diferentes u opuestas a las del común; entonces la Masonería es una elite.
2. Si suponemos que una elite es una selección de individuos que practican alguna actividad por afición o profesión con una pretensión de mejora, entonces, la Masonería es una elite, por que pretende una mejora moral en la sociedad y ética en el individuo.
3. Si se piensa que ésta elite la componen individuos diferenciados por sus fines de los de la gran mayoría, que además se aceptan distintos y que se reconocen entre sí por medio de palabras signos, señas y toques desconocidos por los ajenos a la Orden; entonces la Masonería es una elite.
4. Si se reconoce que sólo una minoría es heredera de una Tradición Primordial y Universal transmitida siglo a siglo a individuos aceptados y que son depositarios y trasmisores de la misma; entonces la Masonería es una elite.
5. Si estas personas fundamentan su hermandad en un compromiso de defensa de unos valores morales-filosóficos como imperativo de una determinada ética, entonces los masones componen una elite.

En el sitio web de la GLSE se opina de la misma manera y se reconoce muy claramente como elitista «Sin duda alguna» dice:

«No aceptamos fanáticos, integristas, racistas, xenófobos ni intolerantes de ninguna clase. En nuestro criterio de selección que, efectivamente, es estricto, no se contempla ni el poder económico ni el prestigio del aspirante. Sólo su coincidencia con los valores humanísticos que la masonería defiende y sostiene. Según está dicho, puede ingresar en Masonería toda persona «libre y de buenas costumbres».

Se es una elite por la valía del compromiso de trascendental mejora adquirido por cada uno de los individuos que la componen, y también por una especie de llamada ascética. Una elite que no pretende practicar ningún tipo de elitismo, al contrario, la Masonería es una elite no clasista y que por lo tanto no acepta una discriminación social en sus logias. El elitismo social esta desechado en la Masonería según se muestra a nivel simbólico en determinadas ceremonias que recuerdan la igualdad de todos los Francmasones, aun ostentando diferentes grados, pero se es una elite que se beneficia por la afinidad con una exclusiva hermandad masónica completa y universal en la que nadie sobra y en la que todos los valores se suman y se necesitan en la construcción y fomento del Templo.

Se entiende entonces que un profano sin una clara visión de la Francmasonería confunda Elite con Elitismo. Es comprensible debido a que el asunto es algo complicado de dilucidad si no se tiene suficientemente clara la diferencia entre elite y elitismo, aunque lo que es verdaderamente inaceptable para cualquier masón, es que se confunda elite con clase o clasismo, entendiéndolo como la imposición de una diferenciación favorecedora, tanto en la vida profana como masónica entre unos excelentes o ilustrados y otros escasos o ignorantes.

Dentro de nuestra Orden, ese categorismo paternalista es la roña de los que dan por sentado que la masonería es una escuela «buenista» en la que unos educan, desde una supuesta superioridad adquirida en la vida profana, a otros que necesitan de sus pedagogías y a los que se les cede graciosamente algún cargo, no por derecho o convicción, sino por pura pantomima democrática. Si hay algún masón que piense que por ser poderoso o favorecido fuera del templo tiene derecho a serlo dentro también, creo que se equivoca de cabo a rabo. Me es muy difícil de respetar esas iniciaciones en las que se entregaron hasta el último de todos los honores de una vez, a esas carreras masónicas poco trabajadas, muy cortas, pero con muchos grados y muy poca asistencia.

Si hay agravios comparativos, si se impone el predominio de una minoría rectora y selecta de ese poder clasista, también aquí, a cubierto, entonces dudo que haya escaño nivelado en el que se pueda sentar la fraternidad y, sospecho, que puede ser ésta la fatídica y principal metástasis disgregadora, basada en méritos y deméritos, con la que profanos con mandil provocaron el abatimiento de columnas y la desilusión de muchos hermanos.

La fraternidad exige el reconocimiento del otro. El privilegio de una buena cuna, de una exquisita educación o de un buen lugar al sol, no faculta para tener un mejor miramiento ni más potencia, ni tampoco para considerar una cualidad superior a otras. El valor diferenciador se procurará más que por el título o rango profano, por el trato fraterno, por la inspiración en altos ideales, por la práctica de la tolerancia, por la perseverancia en el pulimento, por la disposición de aprender lo que otros enseñan y por la disposición de enseñar a los que quieran aprender. Yo lo creo así, así siento yo la Masonería. En la báscula masónica, bien equilibrada, siempre pesará más la sencilla pluma de la verdad que todo el oropel de los honores profanos.

Irrefutable razón la del refrán que dice: «Un sabio y un tonto saben más que un sabio sólo». Como sabemos, se necesitan distintas herramientas y materiales para la construcción del templo, así como el conocimiento de distintas artes y ciencias. Para el trabajo todo es válido y necesario en su diferencia y desemejanza. Todos los hermanos somos maestros y aprendices de otros hermanos, y tanto vale y es tan necesario un conocimiento como una actitud. Facilitemos nuestro crecimiento dando a cada uno de los hermanos las posibilidades de desarrollar al máximo sus potencialidades. Así, nuestro trabajo individual se proyectará positivamente en nuestro entorno practicando fuera los conocimientos y los buenos ejemplos que nos han sido infundidos en la Logia llegando a nuestros semejantes con nuestra conducta virtuosa, con esa feliz influencia de nuestra Antigua Institución, y no al revés, que un disimulado y disgregador vicio profano ejerza fuerza y poder en nuestro Templo.

Entre nosotros, la cualidad de elite nos la define el convencimiento de pertenecer a una fratría progresiva que avanza en el trabajo de construcción del Templo Universal, desarrollando su sabiduría y bonhomía según se apreciará en nuestras planchas trazadas con nuestra verdad y libre opinión, que es la más sagrada de las libertades.

Trabajemos para lograr la igualdad en la dignidad, y para que nuestra elitista tolerancia, legitime nuestra bendita diversidad.

VMM

Publicado por:

Diario Masónico

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Comments

  1. Jotenegro    

    Me he dado cuenta, ya en mis 35 años en la Masonería, que hay logias y logias…según cual sea el real propósito de cada una. Unas buscan un espacio donde confraternizar y hacer el bien social, otros espacio de libertad para exponer sin problemas sus pensamientos, y otros más serios una Orden donde se trabaje honestamente en mejorar al hombre y la sociedad, con un real trabajo iniciático, bien dirigido, con verdadera maestría, tanto en lo moral como en el intelectual.Se busca bien en la cantera humana quienes puedan pertenecer, y luego de un examen estricto que circula por toda la fraternidad se le «invita a pertenecer». Nadie a buenas y primeras entra en nuestra Orden..aunque sea hijo de masón. Somos elitistas porque nos interesa la calidad humana y sincera honestidad para formar hombres libres, cultos, trabajadores,con sentido humanista y de profesión laica para luchar por nuestro Ideal. Hablo de Chile y soy orgulloso de ello, en el buen sentido de la palabra.

  2. alejandro    

    De lengua me como un taco jajaja! Son satanistas los masones para que se hacen pendejos

  3. D. Salvador Lopez    

    Para ser completamente honesto, es una lastima que aya dejado de ser una Elite, por el simple motivo que
    al ser una sociedad abierta y justa para todos. La Masoneria pierde mucho de lo que puede dar y lograr. Al abrir
    las Logias para personas que no pueden cumplir con sus obligaciones para con la Logia.

    Por ejemplo, en las Logias de Estados Unidos lo que se busca es un numero de iniciados y miembros que paguen sus
    cuotas, con el simple requisito de memorizar el catecismo y repito «MEMORIZAR» porque ninguno de ellos sabe realmente
    el significado de lo que estan repitiendo como un simple acto reflejo.

    Es verdad que la Masoneria ya no es una Elite, pero tambien es verdad que por eso nunca volveremos
    a tener la Gloria del pasado y nunca vamos a poder lograr de nuevo todo lo que nuestros Hermanos lograron en su tiempo.

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