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Una coma en el ritual


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Una coma en el ritual

(Enviado por un Masón vasco)

El espíritu necesita un lugar donde retirarse, donde el tiempo quede suspendido, un lugar donde el mundo y sus prisas no lo alcancen. Ese lugar es el templo. Los templos, todos los templos están protegidos por guardianes, guardianes que impiden el paso a los profanos y al tiempo devorador.

El Rito:

Soy un hombre que duda, camino por el fango del escepticismos y cada paso que doy puedo hundirme en el laberinto viscoso de eso que llaman materialismo cientifista, así que tengo que hacer verdaderos esfuerzos para no caer ente las dudas razonables, los porqué sí y los orígenes divinos de todo lo que no se pude razonar.

¿Es el rito inamovible? ¿Se puede cambiar?¿Quién cambia el rito y por qué?

Los rituales, el rito, forman parte de la esencia humana, pero no lo tenemos en exclusiva, los animales también lo poseen, y no de forma sencilla, los hay extremadamente complejos.

El ritual es un lenguaje no verbal con el que expresamos un concepto, bien sea social, sexual o religioso. El rito es un código de señales y signos que el iniciado, sea chino, nigeriano, pato, lobo o iguana, interpreta.

El ritual es una expresión humana, por ello lo han creado los hombres. Sin querer entrar en los criterios que han seguido para ello, porque entraríamos en otra materia extremadamente resbaladiza, ya sabéis, que si es revelada o es razonada. Dejémoslo estar.

Existen tres niveles en la creación de los rituales:

Los que lo conciben y forman, o sea, los teólogos. Los que los ponen en escena, el clero o los sacerdotes, y por último, el pueblo, los laicos, que sólo participan de forma pasiva o lo más que se le permite son ciertos minúsculos devaneos en el ritual, el amén y todos eso. De todos ellos los único que saben de qué va la historia son los teólogos, que son quienes ponen, quitan, añaden e interpretan. Los oficiantes o sacerdotes se limitan a seguir el manual y la mayoría de las veces con escaso conocimiento. Se hace así porque siempre se ha hecho así. hasta la próxima vez que se cambie, claro.

El pueblo siempre asiente, permanece en las sombras del Conocimiento. Es curioso que en la iconografía del románico en los capiteles de todas las anunciaciones, por este orden, anunciación del ángel, visitación a Isabel, nacimiento, adoración de los reyes y anunciación a los pastores de la Buena Nueva, en todos la Luz de la Anunciación esté de cara a los ventanales y haciendo un recorrido inverso a la luz, al final el ángel anunciador y los pastores estén en lado más oscuro del capitel. San Juan de Ortega es el más emblemático, pero en todas aparece representada de igual forma. El pueblo, la plebe no se entera, permanece en la oscuridad, si hay que aplaudir, se aplaude; si hay que contribuir, se contribuye; si hay que alegrarse por el nacimiento, hace fiesta, serán los mismos que luego escupirán apedrearán y matarán al héroe, porque toca. Si hay que reír, se ríe; si hay que matar, se mata; siempre al son de los de arriba. en total oscuridad de Conocimiento.

¿Se puede cambiar el rito? ¿Quién lo cambia?

El rito y el ritual tiene su medio de expresión en el templo. Sin el templo no hay ritual. Todo lo demás es discutir si son churras o merinas, podenco o galgos. Nada.

El templo es el lugar sagrado, es el lugar en el Cosmos quieto, inmóvil y silencioso. El lugar donde el tiempo no existe, donde el tic tac mecánico y metálico del reloj no cuenta los segundos del devenir. Un lugar donde reina la paz, el silencio y la armonía.

Quietud es la clave del templo. El rito es dinámico dentro de la quietud del templo.

El lugar sagrado está protegido del mundo profano, nosotros lo protegemos con guardián y espada, en el románico se representa al guardián como un león, un monstruo devorador apostado en la puerta y nos indica que entramos en un lugar sagrado y que debemos estar preparados, que entramos en un lugar silencioso y no sujeto al tiempo, los relojes de sol están afuera. La señales están para ser vistas por todos, más si son de advertencia.

No comprendo como siendo la parte principal del ritual, los tiempos modernos lo han desacralizado, lo han convertido en parte secundaria.

Así, hoy se puede construir una iglesia en cualquier solar, sin importar la orientación ni las circunstancias que lo rodean. Da igual que esté al lado de una gasolinera o que pase el metro por debajo.

Antes, ellos, los constructores de los que nosotros nos llamamos herederos, elegían con sumo cuidado el lugar, el templo se trabajaba con sumo cuidado, se orientaba con precisión matemática, construían sin prisas, se daba forma a las piedras guardando la estética encerradas en la estática. Se hacían los templos para durar en el tiempo.

Hoy, queridos hermanos, el tiempo ahí afuera corre demasiado. Nosotros seremos o no seremos en la medida en que este hecho nuestro templo, es el que nos une, es el en su quietud, en su silencio estático quién nos marcará el ritmo de nuestra obra.

Creo que cometemos el error de improvisar los templos, de hacerlos nómadas como los israelitas en el desierto, de hacerlos de quita y pon como los adornos navideños. Aquí en el templo, es donde comienza a tomar sentido el rito, donde le damos forma.

Queridos hermanos, tiene que estar silencioso, en quietud y bien orientado.

Silencioso no quiere decir que nos e pueda hablar o reír, somos personas vitales; y en quietud, no significa que no podamos movernos, somos vitalistas.

Esto no ocurre y diréis que es el signo de los tiempos en que vivimos, que la sociedad moderna nos impone un sistema de vida y que debemos hacerlo así. Entonces yo pregunto ¿Qué nos diferencia del resto? ¿Qué nos diferencia de los que dentro de unas horas ocuparan nuestro templo, este mismo lugar y darán un cursillo de comercio o harán la presentación de un nuevo producto?

Siento inquietud cada vez que bajamos al anodino sótano de un hotel, inquietud al montar y desmontar como feriantes los símbolos estáticos y duraderos que serán borrados por el trajín de gente extraña. Colocarlos sin sentido ni orientación, con prisas. Bastante prisas traigo yo de fuera… aquí estoy, no para repetir los gestos de una sociedad desquiciada, sino para buscar mi propio centro, la quietud y el sosiego en la construcción de mi porpia obra, con ayuda de mis hermanos, para hacer mímica que quedo en casa, tengo un montón de cosas que atender. No quiero tocar de oído.

Todos los que estamos aquí tenemos experiencia de ello. Esta logia es hija de la tormenta, somos náufragos de un barco que zozobró por las prisas de llegar a ninguna parte.

Si fuéramos capaces de construir un templo donde poder refugiarnos del mundo exterior, si lo tuviéramos en mente sabiendo que a pesar de todo, él, el templo va a estar allí, silencioso y acogedor, donde nadie entrará a romper la armonía, entonces sólo tendremos que cerrarlos un poco los ojos, allí donde estemos, para sentirnos seguros, para saber que hay un lugar en este jodido mundo, que permanece tranquilo, acogedor, como el útero cálido, dispuesto a recibirnos… vendremos a las tenidas sabiendo que aquí nada ha cambiado a pesar de todos los cambios, sabiendo que encontraremos a hermanos que buscan el centro en el laberinto de nuestras existencias, humanos dispuesto a luchar para que todo cambie desde la quietud y el silencio.

Publicado por:

Diario Masónico

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Comments

  1. conxita    

    Queridos Hermanos, totalmente de acuerdo con esta plancha «sin Templo no hay Logia». Afortunadamente mi Logia tiene un bonito Templo, pero he participado en tenidas de otras logias que celebran sus trabajos en salas de hotel…… y nada que ver!!!!! Un abrazo fraternal a todos mis hermanos y Feliz Año 6016

    1. Jose Luis B.    

      El Templo no es una «sala»… Al Templo lo hacen quienes se reúnen a trabajar en él.
      No importa si es un palacio, una sala de hotel o el garaje de un Q:.H:.
      Fraternales saludos.

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