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Los escritos masónicos de Krause


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LOS ESCRITOS MASÓNICOS DE KRAUSE

 

 

 

 

¿Qué interés llevó a Krause a hacerse masón? ¿Qué interés lo llevó a entregarse a la investigación histórica y a la reforma de la masonería?

Se ha señalado la coincidencia de Masonería e Ilustración en la defensa y propagación de los grandes ideales humanistas de la época. Krause es un filósofo que ha barruntado que la Hermandad masónica constituye la única institución histórica que tiene como finalidad y razón de ser el cultivo en el hombre de su pura y completa humanidad, a diferencia de otras instituciones muy buenas y necesarias, a cuya cabeza van la Iglesia y el Estado, pero cuyas finalidades de formación humana son sólo parciales.

Una lectura de estas obras muestra con nitidez cómo aquella idea de una “asociación dedicada a la pura y completa humanidad” se ha convertido en idea clave para la que ha acuñado el término de Alianza de la Humanidad (Menschheitbund). La concepción krausiana de la esencia de la masonería coincide planamente con Fichte en la idea fundamental de la formación del ser humano «en cuanto puro ser humano», y también en otros muchos de los puntos de las lecciones de Fichte. Pero Krause supera a Fichte por dos razones.

Krause sospechaba que “en los Misterios de los antiguos y en la Hermandad masónica podrían encontrarse comienzos (históricos) de aquella Asociación puramente humanística”.

Así, en 1809 publica Cuatro discursos masónicos y en 1810 edita la traducción alemana de la Historia de la Masonería de Lawrie, con un Prefacio y Comentarios suyos al texto, así como el primer tomo de su obra monumental Los tres documentos mas antiguos de la Hermandad masónica.

Ya en 1811, aparece la Interpretación de los símbolos fundamentales de la masonería auténticamente transmitidos. 12 discursos en logiaEn 1810 publica la Idea de la Humanidad como un Todo Social. Para todos aquellos que participan en los problemas más importantes de la Humanidad, especialmente para masones y en 1811, el Diario de la vida de la Humanidad y la obra, tan importante para el Krausismo español, El ideal de la humanidad. Un ensayo. Preferentemente para masones.

En su obra Los tres documentos más antiguos de la Hermandad masónica Krause pone ya claramente los fundamentos de lo que podríamos denominar una «filosofía masónica de la sociedad y de la historia».

Pero su desarrollo lo realiza sobre todo en dos obras que va escribiendo entre 1808 y 1811. Una de ellas, que no llegó a terminar y de la que solo pudo publicar aproximadamente una cuarta parte, tenía originariamente el significativo título: Informe franco y verdadero sobre la esencia y la naturaleza de la masonería y de la Hermandad masónica, y sobre su relación con el Estado, con la Iglesia y con la Humanidad y dedicado a todos los hombres buenos por un fiel masón en el año 1809.

Krause cambió pronto este título por el más corto de La Alianza de la Humanidad y la Hermandad masónica. La otra obra, publicada en 1811, tiene por título El Ideal de la Humanidad. Un ensayo, apareciendo en la portada, debajo del título, «preferentemente para masones».

Este libro se convertiría en el más popular de Krause.

En primer lugar, Krause no se contenta, como Fichte, con «deducir  filosóficamente cuál es la única finalidad que la masonería puede y debe tener, sino que intenta demostrar a través de una investigación histórica que «nuestra antigua tradición escrita reconoce […] como finalidad de nuestro arte la expansión de una formación general puramente humana».

En segundo lugar, Krause desarrolló sistemáticamente toda una filosofía de la sociedad y de la historia dentro de la cual situó a la institución masónica en el puesto que, según él (en coincidencia con Fichte), le correspondía, mientras que Fichte se limitó a indicar, de una manera muy general, que ninguna institución de la «gran sociedad» podía ser capaz de realizar el fin que debía perseguir, por tanto, la masonería. Krause, va además a dar vida y nombre propio a aquella vaga idea fichteana de una única gran alianza». El nombre va a ser el de Alianza de la Humanidad.

Krause elogiaba los «grados de conocimiento» de Fessler y Schröder, así como la reposición en gran parte del ritual inglés antiguo.

Este esfuerzo era en sí mismo digno de alabanza, ya que está dirigido a paliar aquellas novedades introducidas tardíamente en la Hermandad que se han decantado como inservibles. También merecen reconocimiento esos esfuerzos porque han promovido en Alemania el conocimiento de lo mejor de lo antiguo y de la antigua historia de la Hermandad.

Pero esos esfuerzos no son suficientes para conseguir un ennoblecimiento de la Hermandad, ya que aquellas antiguas formas son incapaces de satisfacer nuestras necesidades actuales. Por lo que toca en concreto a los supuestos grados superiores, aquello que contiene el ritual de maestro es tan ajeno a la masonería pura antigua inglesa, y tan indigno de ella, como lo que pueden contener los grados todavía más elevados; es necesario mejorar la totalidad, en su doctrina, en su liturgia y en su constitución tal como lo está pidiendo irresistiblemente el espíritu de la nueva época de la Humanidad.

“La fundación de la Alianza de la Humanidad, así como el comienzo de su actividad, están en pacífica armonía con todos los nobles y grandes esfuerzos de esta época y de todos sus hombres grandes… Sólo la Hermandad masónica está en estrecha relación con esta gran tarea de la historia de la Humanidad; sólo ella es la institución que no tiene otro valor ni otro sentido que el de vivir en esa idea”.

La Hermandad, continúa Krause, «es reconocida por mí, conforme a su fundamento y a su espíritu puro, como el único intento social (gesellig) hecho hasta ahora (aunque sea un intento limitado en el espacio y en el tiempo y, hasta el momento, todavía inconsciente) para poner ante los ojos de los hombres las ideas de la Humanidad, de la vida de la Humanidad y de la Alianza de la Humanidad, para vivir un espíritu humanista en toda su pureza, y para preparar en el recinto de templos aislados, guiada por el instinto de la razón, la Alianza pública y abierta de la Humanidad».

La Alianza de la Humanidad de Krause apunta hacia un ideal de sociedad, cuyo fundamento último es aquello que une a todos los hombres por encima de sus diferencias (de su ser hombre o mujer, científico o artista, español o alemán, católico o protestante, educador o educando…) y que, a la vez, permite y fomenta el desarrollo pleno de las especificidades diferentes de cada individuo al armonizarlas orgánicamente dentro del individuo o totalidad superior que es la Humanidad entera.

La Alianza de la Humanidad habría de ser la Institución social orientada explícitamente a la realización comunitaria de esa «pura y completa humanidad», en forma semejante a como la Iglesia y el Estado son las Instituciones sociales orientadas explícitamente a la realización comunitaria de los aspectos parciales de la vida humana; «Religión» y «Derecho» respectivamente.

El Ideal de la Humanidad puede considerarse como el desarrollo concreto y minucioso de todo ese complejo entramado social coronado por la Alianza de la Humanidad; a modo de propuesta krausiana de institucionalización de la Ilustración, enraizada en un tipo de pensamiento «filosófico-masónico». «La Alianza de la Humanidad ha de proporcionar (a sus miembros) aquella educación y formación general y puramente humana por la cual el hombre se hace verdadera y plenamente hombre; por la cual llega a la excelencia equilibrada, armónica y verdaderamente orgánica de todo su ser».

En la primera mitad de la primera parte de La Alianza de la Humanidad y la Hermandad masónica, trata su autor que las instituciones entonces existentes en la sociedad no llenaban todo el destino humano, pues faltaba una que tuviese como finalidad el fomento de lo puramente humano en cada individuo. Krause pasa revista a la familia, la amistad, el «comercio social libre», el pueblo, la ciencia, el arte, la religión, el estado… para concluir que «la primera imperfección, el lado común negativo de las esferas hoy activas de la sociedad humana, (es) que ninguna de ellas toma todo el hombre como objeto inmediato de educación».

En la segunda mitad de la primera parte de La Alianza de la Humanidad y la Hermandad masónica, trata ya directamente de la Alianza de la Humanidad.

Todos los hombres, por el puro hecho de serlo están llamados a pertenecer a esa Alianza, para que «cada uno viva con toda fuerza esa idea, tanto dentro de sí mismo como en todas sus relaciones; par que viva según las leyes y el espíritu de esa idea de la Humanidad, y en el amor a ella; para que piense, siente y actúe de buen grado, gozosa y desinteresadamente, movido por ese espíritu». A ello ha de ayudar una «liturgia», que la Alianza ha de establecer y ejercer como «un medio educativo de la Humanidad».

«La Alianza de la Humanidad es la única que puede… impartir una educación puramente humana». La correspondencia de fondo con las ideas de Fichte no puede ser más clara. De la segunda parte de este escrito inacabado pensaba Krause desarrollar, «de una manera detallada y desde todos los puntos de vista, la relación de la Hermandad masónica con la Alianza de la Humanidad».

Krause también señala la influencia ejercida por Juan Amós Comenio sobre las Constituciones de Anderson.

El filósofo alemán describía la coincidencia existente entre la descripción y sentido del Templo de Salomón, al que Comenio se refiere en su Opera didactica Omnia, y la imagen del mismo Templo de las constituciones andersonianas. Krause todavía estableció otras relaciones: así la idea y el plan de Comenio de «llegar a una comunidad de la verdadera Iglesia Católica compuesta por todos los pueblos y lenguas, y de construirla e institucionalizarla poco a poco», fue recogida, por los fundadores de la nuevaGran Logia de Londres como fundamento de la hermandad masónica; y así también la idea comeniana formulada en la Panegersia: «este nuevo camino no llevará a la destrucción de la filosofía actual, de las concepciones religiosas y de las constituciones de los estados; pues ese camino no intenta destruir nada sino que se dirige a la unión de lo verdadero ».

Como filósofo y como masón quería Krause impregnar a la masonería alemana de su tiempo de las ideas centrales de la Ilustración; un espíritu universalista que estuviese por encima de los nacionalismos estrechos, el reconocimiento jurídico de la igualdad de todos los hombres por el puro hecho de serlo, una constitución republicana en la vida política, y la supresión de toda tutoría eclesástico-dogmática sobre los individuos.

Krause cree haber descubierto que la Hermandad masónica es el principal germen de la Alianza de la Humanidad, porque es la única Institución social que, ya desde sus orígenes históricos, tiene como única finalidad y razón de ser la realización de aquella “pura y completa humanidad”, de aquella unidad armónica que respeta y plenifica las especificidades de cada uno de los individuos que la componen. De aquí entonces la relevancia histórico-universal de la masonería para Krause, poniendo así la primera condición para una renovación.

Krause encontró una parcela de terreno ya abonado dentro de la misma Hermandad masónica alemana.

En las décadas de los años sesenta y setenta del siglo XVIII «se había originado en ella un caos general», reflejado en el predominio de los grados superiores, del secretismo, y sustentado en gran parte por el señorío de la llamada Estricta Observancia. Esta última había recibido un golpe de muerte en el Convento de Wilhelmsbad de 1782, fundándose al año siguiente (1783) la Alianza Ecléctica con el objetivo de ir saliendo de aquella triste situación.

Cuando Krause se inicia en Altenburg en 1805 existían así ya algunos círculos que luchaban por reformar la masonería alemana en direcciones que coincidían en puntos importantes con su propia intención: crítica del secretismo, crítica de los grados superiores, impulso de una auténtica investigación científica de la historia y naturaleza de la masonería, cuyos resultados habrían de ser guías de reformas. En una palabra: insistencia en el carácter moral, humanista y universal de la masonería, y en la necesidad de reformar una Hermandad que se había desviado notablemente de esos ideales originarios; o, dicho de otra manera, insistencia en la necesidad de volver a la pureza de la masonería inglesa.

Entre los nombres más importantes para Krause, dentro de aquel aterreno abonado, hay que destacar los de Lessing y Herder, entre los que le precedieron, y los de Fessler, Schroder y Mossdorf, junto al ya mencionado de Schneider, entre sus contemporáneos más directos.

Krause perteneció en Dresden a la Ligade masones científicos y a la Liga histórica, fundadas respectivamente por Fessler y Schroder.

Consecuencia de los desastres de las guerras de Napoleón, también escribió un Proyecto de una alianza europea de Estados, como base de una paz general y como medio jurídico contra cualquier ataque a la libertad interior y exterior de Europa, publicado en 1814.

Pero sin duda, su obra más importante son Los tres documentos más antiguos de la Hermandad masónica que se publicó en varios volúmenes entre 1810 y 1849. El tomo primero de la 2ª ed. comienza con un largo prefacio de sesenta y dos páginas, en el que Krause desarrolla sucintamente la idea de la Alianza de la Humanidad en su relación con la idea y la historia de la masonería y de la Hermandad masónica, y comenta sus propias relaciones con esta última.

Le sigue un Catecismo sobre la esencia y finalidad de la masonería y de la Hermandad, elaborado por el mismo Krause. Después vienen varios trataditos sobre el secreto masónico, los símbolos fundamentales de la masonería, los símbolos secundarios, la liturgia y la Constitución de la Hermandad. A continuación viene el tratamiento de los dos primeros “documentos más antiguos”, cuyos largos títulos recojo.

Primer documento: El catecismo más antiguo sobre origen, esencia y finalidad de la Hermandad masónica, que se conserva en el año 1696 en la Biblioteca Bodleiana de Oxford según una copia manuscrita del Rey Enrique VI, y que también se le llama corrientemente el “juicio masónico”o el “examen masónico”.

Segundo documento: “La Lección del aprendiz o Lección de recepción más antigua y original, transmitida por un uso ininterrumpido de las logias y todavía ahora usada en gran parte en las logias inglesas del sistema antiguo, que corrientemente se llama “el acta más antigua de recepción a la masonería” o también “el catecismo mas antiguo de aprendiz”. Krause reúne en torno a estos dos “documentos más antiguos” infinidad de material documental auxiliar, así como nuevos trataditos suyos.

El segundo tomo de la 2ª ed. se abre con un tratadito nuevo sobre el secreto, y, tras otras cosas, comienza el tratamiento del Tercer Documento: “La Constitución de York del año 926”. Después recoge una verdadera colección de diversas Constituciones masónicas, para continuar con nuevos y nuevos materiales documentales y comentarios suyos.

Los materiales recogidos y comentados por Krause no sólo se refieren a documentación estrictamente masónica, sino también se encuentra entre ellos abundante material relativo a las corporaciones y colegios romanos, a escritores latinos, a los caldeos, a los orígenes de la Arquitectura gótica, etc. El conjunto de la documentación contenida y/ o comentada a lo largo de los dos tomos es realmente impresionante.

La obra de Krause conmocionó al mundo masónico alemán. Al poco de su aparición Heinrich Zschokke, un masón, escribe en Miszellen für die neueste Weltkunde un articulo con el título de “El intento de Karl Christian Friedrich Krause de suprimir la Orden de los masones y crear una Alianza de la Humanidad”.

Esta conmoción va en aumento hasta llegar a la exclusión de Krause, y de su compañero Mossdorf, de la logia a la que pertenecían juntos decidida el 17 de diciembre de 1810, constituyendo “una página negra en la historia de la masonería… una tragedia masónica”.

La actividad reformista de Krause y Mossdorf les había creado enemigos entre algunos masones. La gota de agua que desbordó la copa llegó en octubre de 1809 con el anuncio de Mossdorf de la próxima publicación de Los tres documentos más antiguos de Krause. La Logia de las Tres Espadas acogió favorablemente ese anuncio, pero comenzó muy pronto a recibir protestas de otras logias, que sospechaban que el libro de Krause era infiel y traidor a la masonería, pues “con su publicación revelaría ciertamente a los profanos, y a los masones más jóvenes, demasiadas cosas”.

Consumada la expulsión, tres respetables Hermanos (Riquet, Meyer y Burkhardt), en indignada señal de protesta contra la injusticia cometida, abandonaron para siempre la logia.

No obstante, hay abundante testimonio histórico de la buena relación de Krause, durante toda su vida, con distintos masones y con diversas logias.

Una de las muestras de esto último puede verse en la disposición de algunas logias a recibirlo en su seno. Por ejemplo, el mismo Krause escribía a su padre en abril de 18 14 durante su estancia en Berlín: «Los masones de aquí no parece que me persigan, sino más bien inclinados a admitirme de nuevo; se me han hecho insinuaciones en tal sentido, incluso personalmente por parte de un Gran Maestre».

La masonería alemana rehabilitó póstumamente a Krause.

En el primer centenario de su nacimiento los masones le erigieron un monumento en su ciudad natal. El 21 de marzo de ese mismo año 1881 la logia de las Tres Espadas revisó el proceso que había concluido con la expulsión de Mossdorf y Krause de modo que el secretario de la logia, Hermano Klotzer, cerró el acto con las emocionantes palabras: «Krause y Mossdorf fueron entonces alejados de la logia por tiempo indefinido: ¡Ea! el tiempo se ha cumplido, volved de nuevo al seno de los Hermanos!».

Krauser y Mossdorf fueron entonces inscritos en el Libro de Oro de la logia. Y en el 150 aniversario (1931) la Revista mensual de la Gran Logia de Prusia Am rauhen Stein publicó un artículo conmemorativo en el que su autor, el Hermano Trommsdorf, calificaba a Krause como “el mayor pensador y configurador de la filosofia masónica”.

Pero ¿cuál fue la postura de Krause frente a la masonería? ¿Cómo reaccionó personalmente ante la injusticia del proceso?

En un texto, escrito lo más pronto en el año 1815, Krause nos da un testimonio personal bien elocuente: “Los años más hermosos de mi vida los he vivido en y con la Hermandad masónica”. Numerosas cartas, así como noticias que aparecen en sus restantes escritos, no dejan lugar a dudas de que Krause siguió todavía durante muchos años trabajando en el estudio de la masonería con la intención de impulsarla a dar el paso hacia la Alianza de la Humanidad, y que esos esfuerzos encontraron eco en algunas logias y en algunos masones señalados.

La biografía y la bibliografía masónicas de Krause, desde la exclusión de Dresden hasta su muerte, nos siguen confirmando la relación inseparable que une al Krause masón con el Krause filósofo en el crisol de la Alianza de la Humanidad.

Ejerció una gran influencia en el mundo hispanohablante, tanto en España como en Hispanoamérica, a través de la divulgación de sus doctrinas por parte de Julián Sanz del Río y la aplicación que hizo de ellas su fiel discípulo Francisco Giner de los Ríos, quien las utilizó en la muy prestigiosa y renovadoraInstitución Libre de Enseñanza; y en la propia Alemania lo hizo, sobre todo, por medio del pedagogo Friedrich Fröbel.

Extractado de: Enrique M. Ureña, “Los tres documentos más antiguos de la Hermandad Masónica de Krause” (Universidad de Comillas), en J. A. Ferrer Benimeli (coord.), Masonería, Política y Sociedad. Actas del III Symposium de Metodología aplicada a la Historia de la Masonería Española, Zaragoza, 1989, Vol. I, pp. 419-428.

Extractado de: Enrique M. Ureña, “Masonería y Pensamiento: Krause”, en J. A. Ferrer Benimeli (coord.), La Masonería en la España del siglo XIX. II Symposium de Metodología aplicada a la Historia de la Masonería Española, Valladolid, 1987, Vol. II, pp. 589-606.

Extractado de: Enrique M. Ureña (Universidad Pontificia de Comillas), “Pensamiento universalista masónico e ilustración”, en Pedro Álvarez Lázaro (coord.), Maçonaria, egreja e liberalismo. Masonería, Iglesia y Liberalismo, Actas da Semana da Faculdade de Teologia, Porto, 1994, Porto-Madrid, 1996, pp. 62-71.

Fuente: UNED

 

 

 

Publicado por:

Diario Masónico

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