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La masonería que vuelve, o tal vez nunca se fue


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La masonería que vuelve, o tal vez nunca se fue

 

 

 

EL DÍA asistió a la recreación de la “tenida” de la Logia Nuevo Mundo 88, la más importante de Tenerife, por el rito escocés antiguo aceptado.

J.D. Méndez

Ni batas o capuchas negras, ni enormes medallones con simbología esotérica, ni señas o señales secretas, ni soniquete siniestro de fondo con voces de monasterio gregoriano. “Y los niños crudos, nos los comemos ahora, después del ritual”, señala divertido el Venerable Gran Maestro que acaba de presidir la recreación de una “tenida” de la Logia Nuevo Mundo 88, fundada en 1996, y la más importante y numerosa (sin concretar cuántos miembros tiene) de habla hispana en la Isla. EL DÍA tuvo acceso a una reunión para desmontar mitos sobre los masones y la masonería. Entre ellos, la supuesta imagen recurrente por la “leyenda negra que durante 40 años inoculó en la sociedad española la Dictadurafranquista” o el secretismo. “Más que secretos, somos discretos”, apuntan como premisa.

La cita, concertada previamente, se desarrolla en un punto del área metropolitana de Tenerife. Tras seguir a un vehículo se accede a un barrio, como tantos otros, de casas terreras. Una de ellas, sin ningún signo externo, es el Templo, la Logia como también se denomina a “la célula masónica”.

La primera sensación es de sorpresa porque entre la decena de personas que espera hay rostros conocidos, del ámbito público y del privado. La mayoría desarrolla profesiones liberales, aunque insisten en que “cualquiera, desde un obrero a un catedrático de universidad puede ser masón”.

Lo segundo que impresiona es el orden y la limpieza, casi obsesivos, de un inmueble “donado por varios hermanos (como se llaman entre ellos)”. Mientras se preparan para el rito, el Segundo Vigilante instruye al profano: “En la masonería hay 33 grados que se van superando, previa decisión de un tribunal. Los tres primeros estudian el simbolismo (Gran Logia de España, por ejemplo) y del 4 al 33 el filosofismo. Aquí mismo hay un grado 33; yo soy un 24 y la primera prueba a superar es la paciencia”. De entrada.

Al bajar las escaleras hacia el sótano, la atmósfera se hace un poco más inquietante. La media luz o el uso progresivo de velas son herramientas para crear ese ambiente especial. Pero no es más que eso, parte del ritual. O no.

Sobre la puerta de la sala de “tenidas”, las letras SFU, el lema de la Logia, “Salud, fuerza y Unión”, y el de la Revolución Francesa: “Libertad, Igualdad y Fraternidad”. A la entrada, dos piedras, una basta por moldear y otra cúbica, con el sentido de la búsqueda de la perfección. Los hermanos, de etiqueta, se colocan collares y mandiles. Y entonces, de repente, se cierran las puertas.

Al entrar a la sala llama la atención, a la izquierda, una pequeña estancia en penumbra. En su interior, una serie de símbolos, entre ellos una calavera. Es la Cámara de Reflexión. La pregunta: ¿cuánto tiempo se pasa aquí dentro? Y la respuesta: “Depende. Hay quien está diez minutos y otros seis horas; lo que sea necesario”. Aunque “ya no es como antes cuando eran días”.

La imagen no es la que divulgó el nacional-catolicismo franquista como estereotipo, pero sí hay una escenografía que reproduce el mismo ritual desde hace 150 años y este escenario rectangular “es igual al de cualquier templo del mundo, incluido el de la calle San Lucas en Santa Cruz”. Eso en caso de seguir el rito escocés antiguo y aceptado, el de Nuevo Mundo 88, cuyo estandarte aparece en un lateral. Hay otros ritos entre los más de seis millones de masones.

Las doce columnas, las paredes decoradas de rojo, el techo con la bóveda celeste en la hora cero del año cero, el piso en damero blanco y negro… Nada es casual. Con tres símbolos fundamentales, las “tres grandes luces”: el Volumen de la Ley Sagrada, la Escuadra y el Compás. Igual que la distribución de los hermanos (con inmaculados guantes blancos), ubicados alrededor del visitante que queda en el centro expuesto cual inocente diana (piensa él). Al fondo, el Venerable Maestro se intuye detrás de un candelabro de siete brazos, sentado justo debajo del “Ojo que todo lo ve”, la representación del Gran Arquitecto del Universo en el que todo masón cree con el sentido de Ser Supremo, Dios, la Idea o los aspectos metafísicos de la existencia. En posiciones estratégicas, el Primer y el Segundo Vigilante con los mandiles y collares que, según sus formas y colores, les categorizan. También a los aprendices y compañeros, situados a los lados de la sala.

Tres contundentes golpes de mazo desde tres puntos diferentes anuncian que empieza la “tenida”. El visitante pregunta a partir de ahí y casi siempre obtiene respuestas. Desde los orígenes -relacionados con los antiguos gremios de albañiles, “constructores de las grandes catedrales”- a la situación en el franquismo con el archiconocido argumento del contubernio judeomasónico-comunista presente.

Un hermano cuenta una anécdota de la base de Torrejón (Estados Unidos tiene una amplia tradición masónica desde Franklin): “Era una isla de libertad para los masones españoles, pero los yanquis, furibundos anticomunistas, no entendían lo del contubernio. No cabía en su cabeza”. El rechazo a la entrada de Franco en la masonería fue valorado como una de las causas de la cruzada del régimen. Pero también el concepto “revolucionario” de la igualdad de los hombres, como en la enseñanza, donde Giner de los Ríos, masón, creó la Institución Libre en la II República con base en el krausimo.

La lista de masones es amplia: Ortega y Gasset, Ramón y Cajal, Gregorio Marañón, Isaac Peral… “Hombres libres, de buen carácter, de buena reputación y de buenas costumbres”, condiciones indispensables para ser masón.

En tono distendido, ya en el piso de arriba, la conversación deriva hacia qué es y qué no es la masonería; las razones para ser masón; las mujeres (que las hay) en la masonería; la prohibición de debates políticos o religiosos, aunque cada uno tenga su ideología, o la aportación de la música mozartiana. Y unos valores de solidaridad, libertad de expresión, “un estilo de vida”. No una secta porque “no admite dogmas y los miembros se pueden ir cuando quieran”.

Apenas es una aproximación a un mundo desconocido y con áurea de misterioso. Si quiere saber algo más contacte con la página web nuevomundo88.es porque “aquí no hay secretos”. ¿Usted quiere ser masón? No tiene más que pedirlo. Otra cosa es que lo consiga.

Simbología. Todo tiene un sentido en la disposición y elementos de la “tenida”: 12 columnas, techo con la bóveda celeste en el año cero a la hora cero, piso en damero o situación de los hermanos. Al final, manos entrelazadas y grito del lema: “Salud, fuerza y unión”.

Más símbolos. Mandiles y collares, según categorías de los hermanos; elementos inquietantes de la Cámara de Reflexión y representación del “ojo que todo lo ve”.

Fuente: eldia

Publicado por:

Diario Masónico

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