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El hambre: otra forma de especulación financiera


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El hambre: otra forma de especulación financiera

 

 

 

El hambre provocada por la escasez de alimentos y la volatilidad de sus precios; siempre son una cuestión compleja atribuible a diferentes causas; y en las que influyen distintos factores.

Sin embargo, no podemos obviar que para los grandes bancos y las grandes multinacionales, todos los recursos del planeta son terreno fértil a la hora de especular con ellos, incluidos los alimentos básicos como son el arroz, el maíz y el trigo; que en conjunto representan el 75% del consumo alimentario global.

En el mercado de materias primas; el precio de los alimentos suele ser muy volátil; incluso suele tener una clara tendencia a la alza en base a la escasez; tanto si esta se produce por incidencias climáticas como si es provocada.

Esta tendencia a la alza es la que incentiva a futuros inversores a apostar por esa subida y la estrategia consiste en lograr crear una burbuja, esto es; una subida constante del precio para tratar de vender rápido y obtener un buen beneficio.

Al mismo tiempo se van cubriendo estas operaciones con productos financieros derivados; que en esencia son apuestas sobre la evolución de los precios de la mercancía en cuestión.

Cuando este tipo de prácticas se generaliza; las consecuencias tienen grandes beneficios para los especuladores pero dramáticas para los casi mil millones de personas que padecen hambre en el mundo y que han de pagar precios cada vez más elevados por alimentos básicos para la subsistencia.

En estas actividades especulativas los principales agentes son los Bancos. Ellos son quienes financian y quienes se han especializado a través de empresas asociadas en la creación de productos financieros con los que llevar a cabo este tipo de operaciones especulativas. Sabemos que cinco bancos: Goldman Sachs, JP Morgan, Bank of América, Citigroup y Morgan Stanley controlan el 96% de estos productos financieros y que tres multinacionales: Cargill, Bunge y ADM controlan el 90% de las transacciones que pueden alterar los precios para que vayan en la línea que conviene a las apuestas especulativas.

Para entender la naturaleza de este daño hay que tener presente dos cuestiones principales. En primer lugar, es importante señalar que han sido los grandes Bancos y las multinacionales que llevan a cabo estas actividades especulativas.

Quienes han ido presionando a los gobiernos y organizaciones internacionales para que impusiesen la liberalización de las relaciones comerciales y financieras de manera que desapareciesen los controles a los productos alimenticios que, en esencia; era lo que protegía a la población de los desmanes; y de la avaricia de los grandes productores.

En segundo lugar, que los Bancos normalmente no muestran ni la naturaleza real; ni los procedimientos, ni los efectos que tienen los productos financieros que ofrecen a sus mejores clientes para especular con alimentos básicos. Suelen envolverlos en un lenguaje críptico o incluso amigable, “depósito 100% natural”; decía una entidad española.

A lo sumo se limitan a señalar que efectivamente se trata de beneficiarse de la subida de los precios de los productos agrarios; al tiempo que con ello se contribuye a subsanar los problemas de nutrición a nivel mundial; como si invertir en este tipo de productos financieros fuese la solución al hambre en el mundo; y no la causa.

En definitiva; estamos asistiendo a un orden económico en el que los Bancos ofrecen apuestas financieras al por mayor, vemos como una élite privilegiada se beneficia de fondos de pensiones que barajan cifras millonarias, los pequeños ahorradores van sin ambages a la caza de una buena rentabilidad de productos financieros ignorando las consecuencias. Sin duda; este es el lado más oscuro de un mundo en el que da igual cómo se genere el dinero, plata, petróleo o hambre, cualquier cosa sirve para el juego en el “gran casino”; y en la sala de negociación de la Bolsa de Chicago; la mayor Bolsa de materias primas; se reparte la comida del mundo.

María Perales/ En la línea del tiempo

 

 

 

Publicado por:

María Perales

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