Por todos es sabida la polémica que arrastra todo lo concerniente al Mundial de fútbol de Qatar.
Las cifras son contundentes, a saber, 6.500 trabajadores fallecidos en la construcción de las infraestructuras necesarias para albergarlo, pisoteo sistemático de los derechos humanos y, en particular, los de la mujer, además de los consabidos intereses económicos que mueve el fútbol a través de la FIFA, un ente privado que funciona como un Estado, cuyo presupuesto supera el PIB de algunos países, pero con una estructura antidemocrática que se caracteriza por la falta de controles externos fiables. El mundo sigue expectante los acontecimientos que se nos repiten hasta la saciedad día tras día, como si esto sucediera ahora y nunca antes lo hubiéramos visto.
Pero es que resulta que no hay que ser muy ducho en historia, geopolítica o economía, para advertir la manipulación a la que se nos somete diariamente con estas denuncias repentinas.
Qatar, y que conste que no es una apología del mundial en curso, es el último de una larga ristra de países que vulneran los derechos humanos. Su Santidad la Unión Europea, la democrática y moralista Europa, desbordada por su decrepitud moral y constante receptora de inmigrantes de todas partes del mundo, está regida cada vez más por los intolerantes, y sus bases se asientan sobre los cimientos de la hipocresía. Sí QQ.·. HH.·., HIPOCRESÍA (¿les suena a algún juramento hecho?).
Resulta que la UE, cuna de las democracias liberales del mundo, y garante de los derechos y libertades fundamentales, riega con miles de millones de euros a los países fronterizos para contener la inmigración y no teñir así de colores su paleta blanca de clase media.
Los rigores de la crisis de las materias primas están causando estragos, sobre todo la de los combustibles fósiles, es por ello que tanto la UE, como las demás potencias occidentales, se arrodillan ante los países que aún vulnerando los derechos humanos, cuentan con los recursos naturales necesarios para nutrir a una vil máquina que engulle vidas, derechos, obreros, mujeres, niños y sus futuros. Aquí sólo vale el dinero y la especulación, la humanidad está sobrevalorada para ellos.
Paradoja: Los masones inventamos el fútbol
La Freemason’s Tavern es una taberna situada en la calle Great Queen, en el centro de Londres, en Inglaterra, famosa por ser el lugar donde, el 26 de octubre de 1863, tuvo lugar la reunión en la que se establecieron las bases del fútbol actual, la escisión entre el “football” y el rugby, y se constituyó la English Football Association (Asociación Inglesa de Fútbol).
A la reunión de la Freemason’s Tavern asistieron representantes de diversas escuelas donde se practicaban diferentes variantes del deporte hoy conocido como fútbol; con el objetivo de unificar criterios, establecer las primeras normas, y consensuar un nombre con el que denominar al deporte.
En la reunión hubo serias discrepancias entre las escuelas (lideradas por la de la ciudad de Rugby) partidarias de permitir el uso de las manos, y las escuelas (lideradas por la de la ciudad de Harrow) partidarias de permitir exclusivamente el uso de los pies y la cabeza.
No hubo acuerdo entre las dos tendencias, y en la reunión de la Freemason’s Tavern se confirmó definitivamente la escisión entre las dos tendencias. Los partidarios de jugar exclusivamente con los pies acordaron allí mismo las primeras reglas, llamar al nuevo deporte “football”, y crear la English Football Association.
Las escuelas partidarias de permitir el uso de las manos, lideradas por la Escuela de la ciudad de Rugby; se retiraron de la reunión y, establecieron las bases del deporte al que precisamente denominarían “Rugby”. En 1871 fundaron la Football Rugby Union, la primera organización de ese deporte.
Igualdad masónica en el Fútbol
El fútbol recogió de la Masonería el espíritu de igualdad y fraternidad sin distingos de nacionalidad, raza, ideología, religión ni genero. La tribuna es el “punto de encuentro” donde el aficionado aplaude o recrimina por igual al negro Pelé, al blanco Messi, respeta por igual al jugador católico que se persigna cuando entra a la cancha, al evangélico que invoca a Cristo después de anotar un gol o al jugador que baila para festejar una conquista.
No le importa si se trata de un socialista, un capitalista, un socialdemócrata, o un tercermundista. Tampoco tiene en cuenta si el jugador viene de las clases menos favorecidas o si nació en una familia adinerada. No hace distinción de género desde el campeonato mundial femenino de China (1991) y tampoco discrimina ya que existen campeonatos mundiales de fútbol gay organizados por la “Asociación Internacional de Fútbol de Gays y Lesbiana (IGLFA)” (1992). Cualquiera sea el resultado, los jugadores intercambian camisetas al final del partido, una expresión que subraya al valor de la tolerancia.
¿En qué ha derivado el fútbol actual?
De aquellas nobles intenciones, nos encontramos que la evolución del que hoy es el «deporte rey» ha caído en manos de desalmados y corruptos. Desde que la FIFA cayera en manos de Joao Havelange y su heredero Sepp Blatter, se han sucedido los escándalos que hoy sabemos con sobornos y manipulación de las confederaciones (sobre todo la CONCACAF) por medio, entre otras muchas irregularidades.
El «producto» que hoy consumimos, va a generar más de 3.000 millones de euros sólo en derechos de retransmisión, pero ¿deberíamos consumir el producto adictivo y alienante que hoy se nos presenta?
Depende de la conciencia de cada cual, pero como masón, yo no lo haré, no sólo por las razones expuestas, sino que como la propia masonería, a otra escala, en muchos casos ha quedado en manos de profanos con mandil que sólo buscan medrar en pro sus propios intereses particulares y vivir de la «afición» sin tener en cuenta que la membresía necesita ayuda, no sólo económica o formativa, sino que se nos ayude a creer en nuestros propios valores, porque los que los distorsionan están al mando.
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