Masonería moderna. Un producto de su tiempo.
Fuente: Taberna del Ganso/Autor: Vicente Rocamora
Comienzo esta entrada con un fragmento del libro Mito y significado, de Claude Levi-Strauss:
“…El corte, la separación real entre la ciencia y aquello que podriamos denominar pensamiento mitológico -para denominarlo de alguna manera aunque no sea ese el nombre exacto-, tiene lugar entre los siglos XVII y XVIII. En esa época, con Bacon, Descartes, Newton y otros, la ciencia necesitaba erguirse y afirmarse contra las viejas generaciones del pensamiento místico y mítico; se pensó que ella solo podría existir si le daba la espalda al mundo de los sentidos, al mundo que vemos, olemos, saboreamos y percibimos, que el mundo sensorial era un mundo ilusorio frente al mundo real, que sería el de las propiedades matemáticas, que solo pueden ser descubiertas por el intelecto y que están en total contradicción con respecto al testimonio de los sentidos…”
Todo cuanto sucede tiene siempre una génesis, un antecedente, nada pasa sin una causa previa. Hace tiempo que me vengo preguntando la razón que pudo haber llevado en 1717, a esa ruptura con la masonería previa que supuso la creación de la Gran Logia de Londres, normalmente vamos a explicaciones de tipo religioso o político, y es que observamos un acontecimiento en la historia como si estuviera aislado de los demás acontecimientos de su época. Y nos equivocamos al considerar que algo acontece y tiene una sola causa.
¿Por qué nace la Masonería Moderna en el siglo XVIII? Quizá sea una de las preguntas más interesantes que un masón contemporaneo puede hacerse y la respuesta, podría ser la más reveladora del tiempo que nos ha tocado vivir.
CAMBIO DE PARADIGMAS
La ciencia cambia el mundo en el terreno de lo práctico pero no tanto en el terreno de las ideas, la invención de la máquina de vapor supuso lo que algunos han descrito como principio del fin del Neolitico.
En una economía basada en la agricultura, las personas miran al cielo porque dependen de él, pero una humanidad que aprende a confiar en su capacidad de resolver sus problemas, deja de mirar al cielo para ocuparse de sus asuntos. En el siglo de las luces el ser humano empieza a confiar en si mismo a la hora de interpretar la realidad y deja de abandonarse a la providencia, la ciencia va a empezar a sustituir a los sacerdotes y el pensamiento ilustrado encontrará vías de comprensión de la realidad que la fe religiosa es incapaz de proporcionar. Es el principio de una época de cuestionamiento de todas las creencias que aún hoy sigue vigente.
Y fue el nacimiento de la ciencia experimental en el siglo XVII la que hizo posible ese cambio.
El nacimiento de la masonería moderna era inevitable, y lo hace más influenciada por la Royal Society que por otros motivos políticos y religiosos aunque por supuesto, estos motivos están presentes, pero más como los elementos que consolidan la motivación de ruptura de los modernos con la masonería previa a la que no denomino antigua, pues llamamos antigua a la que vendrá después con Dermot. Estamos en una época de transición entre el viejo paradigma y el nuevo en el que será el ser humano quien independizado de Dios buscará su camino a solas.
En la actualidad, vivimos un tiempo similar, que más que un tiempo nuevo sería la consecuencia lógica de la profundización de esa ruptura que nos lleva a un nuevo momento de inflexión.
Lo que ocurrirá después con el Gran Oriente de Framcia y el abandono de la necesaria consideración de Dios, será otra consecuencia lógica e inevitable.
Pero hay dos velocidades en la evolución de las ideas, la primera sería las consecuencias que extraemos de la experiencia, y la otra la que afecta a las estructuras más profundas de la consciencia; de modo que aunque en el siglo XVIII ya se hiciera una apuesta por la ciencia y se van abandonando poco a poco los modelos teistas, todavía no era posible un abandono absoluto de la creencia en un Dios entendido como entidad consciente de si misma; algo que será posible en 1877 en el seno del Gran Oriente de Francia, culminando lo que los masones que en Junio de 1717 iniciaron.
138 años después de que el Gran Oriente de Francia diera ese paso hacia adelante tan determinante en la dirección que 160 años antes dieron los modernos, estamos en una situación similar, en donde tenemos que decidir si continuamos en esa dirección o como hizo Dermot, buscamos un refugio seguro en ortodoxias más o menos míticas. El riesgo de esa reacción en busca de las esencias masonicas y de esas ortodoxias, es acabar aislados como los últimos sacerdotes del Egipto de los faraones, languideciendo en la isla de File.
La Masonería Moderna, podemos considerarla como el efecto que el siglo de las luces tuvo sobre la Orden. No fue tanto una evolución estrictamente masonica sino universal, Era occidente en un estado de transformación y una parte de la masonería fue sensible a este cambio, que no fue una moda,sino parte de un proceso histórico en el que aun estamos inmersos.
REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
La Masonería Moderna aparece poco tiempo antes de que se inicie la Revolución Industrial y no es casual, no porque la masonería la promoviera, sino porque el mismo impulso que llevó a la sociedad inglesa a crear esa revolución que cambió económicamente al continente, lo estaba cambiando en la forma de entender el mundo.
Mientras que en España; a excepción de algunas zonas del País Vasco y Cataluña, seguíamos pegados al conservadurismo y al clericalismo, la ciencia abría nuevos caminos en otros lugares del continente, desarrollando mentalidades nuevas, ilustradas y modernizadoras.
Y es que las culturas de los pueblos evolucionan en la medida en que han de afrontar y resolver sus necesidades cotidianas, no siendo lo mismo una sociedad agraria, pendiente de los ciclos naturales en donde el éxito de los objetivos humanos está supeditado a los fenómenos naturales, que una sociedad en la que el éxito de los objetivos humanos es está garantizado por la tecnología y la experiencia adquirida, gracias a la ciencia y al intelecto. El cielo deja de ser un condicionante.
No es casual que sean las zonas rurales en donde las tradiciones religiosas permanezcan y resistan más a desaparecer que en los núcleos urbanos industriales. El desarrollo económico genera una transformación cultural en virtud de las nuevas necesidades y perspectivas que la transformación de los estilos de vida va desarrollando.
La sociedad que mira al cielo esperando la lluvia o confiando en que el clima sea benigno, es la misma sociedad que confía en la providencia divina. En un elemento de fuerza, (Dios),exterior a ella y protector que regule la naturaleza que el ser humano no puede controlar.
La revolución industrial creará nuevas creencias y anhelos, nuevas formas de consciencia como el socialismo utópico, porque el ser humano aprende a valorarse a si mismo, a tomar consciencia de su valor y empieza a mirar menos al cielo y más a sus condiciones de vida. Porque la esperanza ya no se pone en las promesas de una divinidad que empieza a ser discutible, sino en la propia capacidad humana y la redención vendrá de la mano del propio ser humano; el socialismo utópico aspira a esa redención. Los grados filosóficos del REAA están impregnados de ese ideal redentor de la humanidad.
EL LEGADO MODERNO
Quienes crearon la Gran Logia de Londres, hicieron posible un modelo no dogmático de masonería, y no digo dogmático por motivos religiosos, sino porque hicieron posible una masonería capaz de adaptarse a la evolución cultural de su tiempo y abierta a nuevas adaptaciones en la medida en que las nuevas condiciones de vida de la sociedad fueran cambiando.
Quizá nos estemos acercando a otro 1717, si las condiciones de vida de la sociedad siguen cambiando la masonería tendrá que responder con cambios o languidecer.
La crisis en el modelo económico y del progreso constante, nuevas formas de relación como las redes sociales, los nuevos modelos de familia, la globalización, los flujos migratorios, los cambios en las concepciones de genero, etc. Estamos como estuvieron los masones del XVIII en los inicios de un tiempo nuevo que ellos supieron comprender y actuar en consecuencia, ese sea quizá el mejor mensaje que nos están haciendo llegar desde el pasado.
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