Isis, la madre viuda
Es una historia complicada. En realidad todas estas historias tienden a hacerse bastante complicadas. Pero Isis y su marido Osiris eran mellizos, hijos de la diosa Nut.
Y sus parientes más jóvenes eran Seth y Nephthys, que también eran mellizos hijos de Nut. Una noche, Osiris durmió con Nephthys, creyendo que era Isis… un despiste, digamos. De ese error nocturno nació Anubis, el hijo mayor de Osiris, pero de la esposa que no debía ser.
Seth, su marido, se lo tomó mal y planeó matar a su hermano mayor, Osiris. En secreto tomó las medidas de Osiris y mandó hacer un hermoso sarcófago en el que cupiera exactamente. Una noche, cuando los dioses celebraban una animada fiesta, Seth vino con el sarcófago y declaró que cualquiera que cupiera exactamente lo tendría como regalo para su tumba. Todos los presentes probaron y, por supuesto, cuando Osiris entró, el sarcófago cumplía exactamente su medida. Inmediatamente aparecieron setenta y dos cómplices que bajaron la tapa, la ataron, y lo arrojaron al Nilo. Así que lo que tenemos aquí es la muerte de un dios. Y cada vez que se produce la muerte de un dios, puedes esperar una resurrección.
La muerte de Osiris estaba asociada simbólicamente con las crecidas e inundaciones anuales del río Nilo, que fertilizaba todos los años la tierra de Egipto. Era como si la putrefacción del cuerpo de Osiris fertilizara y vitalizara la tierra.
Osiris fue flotando Nilo abajo hasta ser depositado en una playa, en Siria. Creció allí un árbol hermoso, de maravilloso perfume, que incorporó el sarcófago a su tronco. El rey de aquella región acababa de tener un hijo varón y se disponía a construir un palacio. Y como el aroma de ese árbol era tan maravilloso, lo hizo cortar y llevar para hacer el pilar central del salón principal del palacio.
Mientras tanto, la pobre diosa Isis, cuyo marido había sido arrojado al Nilo, emprendió la búsqueda de su cadáver. Este tema de la búsqueda de Dios, esposo del alma, constituye un tema mitológico principal en ese periodo: la Diosa sale en busca de su esposo y amante perdido y, gracias a la lealtad y a un descenso al reino de la muerte, se convierte en su redentora.
Isis llega por fin al palacio y se entera de la existencia de la columna de madera aromática. Sospecha que puede tener algo que ver con Osiris, y consigue empleo como nodriza del niño recién nacido. Bueno, deja que el niño le chupe un dedo… después de todo, es una diosa, y hay un límite a las concesiones que pueden hacerse. Pero se encariña con el niñito y decide darle la inmortalidad poniéndolo en la chimenea para quemar su cuerpo mortal.
Como diosa, puede impedir que el fuego lo mate, ya entiendes. Y todas las noches, mientras el niño está en el fuego, ella se transforma en golondrina y vuela lúgubremente alrededor de la columna en la que está encerrado su marido.
Una noche aparece la madre del niño en el cuarto donde se desarrolla esta pequeña escena, ve al niño en la chimenea, suelta un grito, que quiebra el encanto, y el niño tiene que ser rescatado de la incineración. La golondrina, en tanto, se ha transformado otra vez en la bella nodriza y diosa, que explica la situación y le dice a la reina: «A propósito, es mi esposo el que está ahí, dentro de esa columna, y le agradecería que me lo dejara llevar a casa». Así que el rey, que entretanto ha aparecido en escena, dice: ¡Pues claro! Por supuesto». Hace extraer la columna, se la entrega a Isis, y el hermoso sarcófago que contiene a Osiris es depositado sobre una barcaza principesca.
En el camino de vuelta al delta del Nilo, Isis quita la tapa del ataúd, se acuesta al lado de su marido muerto, y concibe un hijo.
Se trata de un tema que aparece todo el tiempo en las antiguas mitologías bajo muchas formas simbólicas: de la muerte viene la vida. Cuando la barcaza toca tierra, la diosa da a luz entre los papiros a su hijo Horus; y fue la figura de esta madre divina con su hijo concebido de dios la que dio origen al modelo de la Virgen Madre y viuda. El pájaro en vuelo, es un símbolo casi universal del espíritu. Con la madre viuda en tanto ésta concibe mediante el espíritu, sí. Pero aquí nos encontramos con un pequeño detalle más. El hermano menor, Seth, celoso, mientras tanto ha usurpado el trono de Osiris.
No obstante, para asumir propiamente el poder, debería casarse con Isis.
En la iconografía egipcia, Isis representa el trono. El faraón se sienta sobre el trono, que es Isis, como un niño sobre el regazo de su madre. Por eso, cuando estás delante de la catedral de Charteres, puedes ver sobre uno de los portales de la fachada oeste una imagen de la Virgen como el trono sobre el cual se sienta el niño Jesús y bendice al mundo como su emperador. Es precisamente la imagen que nos ha legado el más antiguo Egipto. Los primeros padres y los primeros artistas imitaron deliberadamente estas imágenes.
Las mitologías esotéricas a las que se refieren aquí son las del dios muerto y resucitado: Hiram, Cristo, Adonis, Gilgamesh, Osiris, uno tras otro. La muerte y resurrección del dios está asociada en todas partes con la luna, que muere y renace todos los meses. Durante dos noches y tres días está oscura, y por eso tenemos a Cristo dos noches y tres días en la tumba.
Nadie sabe cuál puede haber sido la fecha real del nacimiento de Jesús, pero se ha tomado la fecha que era la del solsticio de invierno, el 25 de diciembre, cuando las noches empiezan a hacerse más cortas y los días más largos.
Es el momento del renacimiento de la luz. Fue exactamente la fecha de nacimiento del dios persa de la luz, Mithra, el Sol.
Esto sugiere que hay una idea de muerte del pasado y nacimiento del futuro en nuestras vidas y en nuestro pensamiento: muerte de la naturaleza animal y nacimiento de la espiritual. Esos símbolos nos están hablando en ese sentido.
Por eso Isis ó Balkis la madre viuda del Sol puede decir: «Soy la que es la madre naturaleza, madre de todas las cosas. Señora de todos los elementos. Dueña de los poderes divinos, reina de todo lo que está en, el infierno, pero principal entre todos los que habitan el paraíso. Manifestada sola y bajo una única forma entre todos los dioses y diosas.
El asno de oro, de Apuleyo, siglo II d.C. El asno de oro es una de las primeras novelas que se han escrito.
Su principal personaje, su héroe, ha sido transformado, por lujuria y magia, en un asno símbolo de la brutalidad animal, y tiene que superar una ordalía de dolorosas y humillantes aventuras hasta que su redención le viene por gracia de la diosa Isis. Ella aparece con una rosa en la mano símbolo del amor divino, no de la lujuria, y cuando el asno come la rosa recupera su antigua condición de hombre. Pero ahora es más que hombre, es un hombre iluminado, un santo. Ha experimentado el segundo nacimiento virginal, ya sabes. De modo que de la mera carnalidad animal se puede pasar a una muerte espiritual y renacer. El segundo nacimiento es de una encarnación exaltada, con forma espiritual.
Y la diosa Madre Viuda es la que produce todo esto.
El segundo nacimiento se lleva a cabo mediante una madre espiritual. Notre Dame de París, Notre Dame de Chartres… nuestra Madre Logia etc. Renacemos espiritualmente entrando y saliendo de una Logia Masónica.
Ahí reside un poder exclusivo del principio secreto femenino. También puedes acceder al renacimiento por intercesión del sexo masculino. Pero usando este sistema de símbolos, la mujer es la regeneradora.
La tradición Masónica propiamente es una reunión de la idea de las antiguas escuelas milenarias, del Héroe como alguien que ha de unir los poderes espirituales y temporal, y la idea clásica, helenística, de Hiram muerto y resucitado, y que renace en cada masón, como un hijo meramente espiritual.
ENVIADO POR ESTHER PAREDES NAVARRO
Luis
MUY INTERESANTE TODO LO QUE HE LEÍDO. MIENTRAS MÁS LEE, MÁS QUIERES LEER.