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La leyenda negra de Niccolò Paganini


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En aquella época hubo quienes juraron que detrás de Paganini había una siniestra sombra que lo acompañaba mientras tocaba…

De entre todos los grandes músicos, uno de los que más destacan. Tanto por su enorme talento como por su controversial vida. Se trata del violinista italiano Niccolò Paganini. Nacido en Génova en 1782, Paganini demostró ser un músico virtuoso desde su niñez; compuso obras que son un gran reto incluso para los violinistas más diestros y con grandes trayectorias de nuestros días.

Es reconocido por sus grandes hazañas musicales, como tocar complicadas piezas para violín usando sólo una cuerda, así como su avanzada técnica al interpretar. Sin embargo, lo que lo posicionó en la cultura popular y hace que su nombre sea reconocido es su leyenda y los mitos que se contaron en torno a su vida.

"La sombra del diablo", dibujo satírico dedicado a Paganini
«La sombra del diablo», dibujo satírico dedicado a Paganini

‘Capricho 5′- Forma parte de los ’24 Caprichos’, una de las más grandes obras de este compositor.

A pesar de ser un magnífico intérprete del violín y de otros instrumentos, algunas personas dieron testimonio de que nunca se le escuchaba ensayando. Este rumor se sumó a su extraña composición física —muy delgada y alargada, con manos descomunalmente grandes— y a su estilo de vida “de perdición”. Leyenda que alimentó que Paganini tenía un pacto demoníaco. Fue apodado “El Violinista del Diablo”, ya que se esparció el rumor de que tras haber sido encarcelado había vendido su alma al demonio a cambio de su libertad y un inigualable talento musical.

Tal vez la leyenda inició con un relato del poeta alemán Heinrich Heine, en el que se comparaba al gran Paganini con Fausto, el personaje literario de Goethe que vende su alma al diablo.

Sin embargo, en aquella época hubo quienes juraron que detrás de Paganini había una siniestra sombra que lo acompañaba mientras tocaba. El mito del violinista fue creciendo gracias a detalles como los peculiares movimientos que realizaba al tocar, sus problemas con la ley, su vida de excesos y su total repudio por la iglesia, atribuida a su filiación masónica.

Se decía que en la mayoría de sus apuntes aparecía una nota extraña la cual decía «nota 13«. Podía interpretar obras de gran dificultad únicamente con una de las cuatro cuerdas del violín (retirando primero las otras tres, de manera que éstas no se rompieran durante su actuación). Además podía continuar tocando a dos o tres voces, de forma que parecían varios los violines que sonaban. Además en la mayoría de sus espectáculos usaba la improvisación.

Este odio lo llevó a jamás desmentir los rumores sobre su pacto y rechazar la intervención de un sacerdote cuando su muerte se acercaba. A tal grado llegó su fama siniestra que después de su muerte (1840) la iglesia prohibió sepultarlo, ya que no lo querían en tierra santa; por ello su cadáver pasó varios años embalsamado y almacenado en un sótano. Hasta que Aquiles, el hijo de Niccolò, consiguió enterrar el cuerpo de su padre.

Hoy en día se sostiene la teoría de que Paganini padecía una enfermedad congénita.

Esto explicaría su rara fisonomía, sus peculiares movimientos y los síntomas que llevaron a su muerte.

También existe una explicación lógica para su increíble virtuosismo: por un lado era un genio nato, y por otra parte sus padres lo introdujeron a la música y lo presionaron desde los cinco años de edad para que fuera un gran intérprete. En cuanto al resto de los aspectos que alimentaron su leyenda, debemos admitir que es comprensible que la gente de aquella época juzgara el estilo de vida de Paganini como algo diabólico.

Tal vez el músico no hizo un pacto con el diablo, pero su existencia era algo para lo que la sociedad de principios del siglo XIX no estaba lista: una estrella de rock mucho antes de los días del rock.

Publicado por:

Diario Masónico

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