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La introspección (I)


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La introspección (I): Una introspectiva sobre los símbolos, la filosofía y el pensamiento humano en busca constante de la verdad y el bien.

Quisiera comenzar este balaustre, dedicado a la herramienta más poderosa a utilizar en el grado de Rosacruz, con tres citas que, por otra parte, son muy conocidas.

Inscripción en el frontispicio del Templo de Apolo en el Monte Parnaso, Grecia; 2500 a.C.

“Te advierto, quien quiera que fueres, ¡Oh; tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera! Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿Cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el tesoro de los tesoros. ¡Conócete a ti mismo y conocerás al universo y a los dioses

Sócrates:

“Sólo el conocimiento que llega desde dentro es el verdadero conocimiento”.

San Agustín:

“No vayas fuera, entra en ti mismo: en el hombre interior habita la verdad.”

Estamos alegres o tristes, valientes o temerosos, odiamos o amamos sin conocer las causas internas que provocan estos estados. La mayor parte de nosotros creemos conocernos, pero ¿nos conocemos realmente? Alguien escribió:

“Nuestro nombre nos lo dieron, nuestro cuerpo nos lo prestaron, nuestros conocimientos nos los proporcionaron. Entonces, ¿quiénes somos? Existe algo más triste en la vida que ir de la cuna a la tumba y seguir ignorando quiénes somos y para qué hemos venido al mundo? Trágica es la existencia de aquel que muere sin haber conocido el motivo de su vida”…

hombre camina al autoconocimientoNecesitamos conocernos a nosotros mismos para eliminar aquello que nos sobra y adquirir aquello que nos falta si es que queremos abandonar el mundo ilusorio y trivial en el que vivimos y sumergirnos en el gran océano de vida que es lo Real, más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente.”

Los universos, interior y exterior, son la senda por la que el hombre camina y evoluciona y quien busca verdaderas respuestas debe mirar ambos, ya que detenerse en uno sólo de ellos es insuficiente. La Introspección es el estudio del interior propio para conocerse a sí mismo, para observar nuestros aspectos mejorables, manifiestamente mejorables o, sencillamente, a eliminar. Y nos observamos porque tenemos el deseo de modificarnos, de superar nuestros defectos, de ascender en el grado de perfección. En la introspección no hay liberación a primera vista, porque forma parte esencial del proceso de transformar la piedra bruta en luz. Hay siempre, un conflicto de dualidad y, posiblemente, de frustración al cuestionarse si lo que vemos es el verdadero yo o es un agregado, un avatar.

No debemos confundir los términos “introspección” y “comprensión de sí”. La introspección lleva a la frustración, al conflicto, ya que en ella está implícito el deseo de cambio, de modificación. La introspección es “un silencio activo”. La comprensión es un estado tolerante en el que no hay condenación, justificación ni identificación, y en el que, por lo tanto, hay entendimiento entre el observador y el observado, los cuáles, en el mundo profano son la misma persona. La comprensión es un “silencio pasivo”. La oposición entre ciencia y religión a que se refieren los racionalistas es falsa: ambas han sido aliadas históricas en su combate común contra cualquier vestigio restante de la antigua sabiduría popular, arrancada al mundo mediante la combinación de observación aguda del entorno, integración absoluta en la naturaleza y fusión no dual con la realidad. Ese conocimiento inmanente y trascendente a la vez es la verdadera raíz del saber humano, un saber no fragmentado y por tanto inagotable. A sus restos deformados les llamamos superstición, pero sin su origen vivo y fresco no existiría civilización alguna, pues son la expresión primera del conocimiento humano último.

EL OSO

el oso como símboloO la sabiduría práctica enraizada en la tierra y la introspección meditativa. El oso es una criatura dotada de gran fuerza, que el ser humano ha deseado adquirir. Por eso, en Europa desde antiguo ha dado orígen a un nombre propio, Bernardo, o bern-hardt, oso fuerte, en alemán. Además de fuerte, es también hábil, tanto para cazar truchas a mano, con buena vista y tino, como para descubrir la miel escondida en los panales ocultos en los árboles. El oso posee el don de la sabiduría práctica y del goce de la vida, como rascarse la espalda en un árbol, y su caminar plantígrado le hace estar bien enraizado en la tierra, lo que no le impide trepar en busca de una presa elusiva.

Pero además de todo ello, el oso es un animal que inverna, y es por tanto capaz de retirarse al fondo de una cueva y dormir una buena temporada. Durante el invierno, cuando la Reina del Hielo domina la tierra, el oso entra en la cueva para digerir las experiencias del año. Ningún otro mamífero realiza esa función, y por eso representa la capacidad de introspección. Por ese motivo el oso está asociado a la introspección meditativa, al mundo de los sueños y a la capacidad de trascendencia: trascender la ilusión de la realidad física para acceder a la expansión de la eternidad.

El poder del oso es entrar en la Cabaña de los Sueños para hallar caminos alternativos para nuestros objetivos. Pero ese gran poder sólo puede ser ejercido a partir de una gran capacidad de enraizamiento. Palabras clave: enraizamiento, realismo práctico, prudencia, tino, autodominio, introspección, digestión de las experiencias, abandono al sueño visionario, trascendencia.

La lección del oso es: para llevar una vida significativa no basta con conquistar nuestros objetivos y asumir la vida social. Estamos llamados a descubrir la trascendencia a través de la introspección meditativa y con ella, armonizarnos con el mundo de los sueños que representan a nuestro inconsciente. Pero es condición para la transformación meditativa trascendente estar dotado de raíz, realismo y sabiduría práctica. Si no, corremos el riesgo que resultó fatal para Ícaro: que nuestras alas artificiales de cera se derritan al contacto con la luz. Oso fue más sabio que él, y tomó un camino más prudente, al desconfiar de la luz cegadora y optar por el vacío como el sabio taoísta o el meditador ch’an.

LA GRULLA

O la transformación final que nos eleva y une la visión del Cielo con las tareas de la tierra. El vuelo de las aves ha seducido al ser humano desde los más remotos tiempos, y su arquetipo le ha impulsado hasta desarrollar la aeronáutica y la astronáutica. Muchos reinos han adoptado al águila como tótem fundador, desde los antiguos enclaves balcánicos creados como naciones en lucha contra tártaros y mongoles (Albania o Skiperia, es decir, patria de las Aguilas) o pirenaicos (la Arrano Beltza o águila negra, símbolo primigenio de Euskalherria y emblema del rey Sancho II el Fuerte de Navarra).

El vuelo del ave simboliza la visión elevada, la capacidad de ver más y más lejos, de alzarse por encima de lo “terrestre”, una transformación total desde lo terrenal material hasta lo aéreo etéreo. El ave es portadora de buenas noticias, tanto en el monte Ararat como en Belén, y las alas son símbolo de fortuna; Hermes, mensajero de los dioses, es el de los pies alados. Lucir escarapelas aladas en los uniformes militares es símbolo de honores y reconocimiento.

Todos los símbolos de aves apuntan a la sabiduría y a la culminación del proceso de individuación y espiritualización. La lechuza de Atenea representa la inspiración y la percepción de lo oculto; Fénix renace de sus cenizas al final de un ciclo que concluye en la purificación por el fuego (consecuencia del empeño y sacrificio que el mono nos enseña). La grulla china es un trasunto de la ley del Cielo, a la que debe apuntar la transmutación final. Tocarse con plumas indica que uno ha surgido vencedor de la ordalía suprema.

El ave espiritual nos muestra dos caminos de heroísmo, el de la vía externa del vuelo majestuoso y victorioso, fundador de naciones, y el de la vía interna del sacrificio altruista. En el grado 18 del masónico Rito Escocés Antiguo y Aceptado,correspondiente al Caballero Rosacruz, el símbolo central es el del pelícano, que con su pico arranca trozos de su propia carne para alimentar a sus crías, carne que se renueva constantemente gracias al poder de la Gran Compasión: es el Fénix abnegado. Uno y otro camino son el mismo.

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El ave transforma lo instintivo y transmuta la angustia por la supervivencia en optimismo sereno. Solamente la fe nos permite elevarnos, pues, como dijo Gilbert Keith Chesterton, “los ángeles son capaces de volar porque son capaces de tomarse a sí mismos muy a la ligera”.

La lección del ave es: nuestro recorrido por la vida aspira a la máxima elevación, al conocimiento de lo Alto; debemos alzar nuestra mirada al Cielo para, al conocer su Ley, transmutar nuestras aspiraciones terrestres en inspiración y acción fructífera. El ave simboliza que pertenecemos a lo Alto pero que lo sublime estáal servicio de quien desde abajo reclama los frutos celestes.

Ahora dominamos la fuerza, la destreza, la compasión, la meditación y el compromiso. Ahora podemos transmutar la Piedra, arma primigenia, en Flecha, que se proyecta hacia el infinito gobernada por sus aletas hechas de pluma de ave.

La flecha es el instrumento de Quirón, el sanador herido, centauro que enseña al ser humano las artes de la curación mediante la asunción de las propias insuficiencias y la aceptación del dolor. La flecha nos indica que los practicantes de las disciplinas pedagógicas terapéuticas debemos aceptar el arquetipo de Quirón.

Pero, como dijo otro sabio, Rudyard Kipling, “esa es ya otra historia”. No debe enfrentar ya al Adepto con gestos cautivantes, sino que debe llegar a ser lo que siempre fue: parte de una Totalidad. Como tal debe abrazar su espíritu. Con esto se obtiene aquella reunión de conciencia e inconsciente, que inconscientemente ya existía, pero que era siempre negada por la unilateralidad de la conciencia. De esta unión, nace aquella Totalidad, que la filosofía o el conocimiento introspectivo de todas las regiones y épocas ha designado con símbolos, nombres y conceptos, cuya multiplicidad es inagotable. Estos mil nombres disimulan el hecho de que en esta ‘coniunctio’ no se trata de algo captable discursivamente, sino de una vivencia absolutamente irreproducible, a cuya naturaleza pertenece un sentimiento de eternidad o atemporalidad irrevocables”, ratifica Jung (pp. 128-129).

Artículo publicado en la revista Zenit nº39 del Supremo Consejo de Grado 33º y último para España

Publicado por:

Diario Masónico

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Comments

  1. Amado    

    Lectura de mucho conocimiento ¡¡muy poderosa!! Muchas gracias por compartirla.

  2. Andrés Rodríguez Mann    

    En que consiste como hace uno…. por donfe empiezo para conocerme a mi mismo

  3. Victorino Velazquez Aleman    

    De antaño viene el dicho de «conócete a ti mismo» y esto es posible mediante la introspección que se refiere a la necesidad de auto-analizarnos para lograr ese objetivo de conocernos a nosotros mismos—

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